Rafael Fauquié: Un discurso

Compartir

 

El discurso de agradecimiento de la ganadora del Nobel de Literatura del año 2009, la germano-rumana Herta Müller, hace constante alusión al tema de la libertad como redentora respuesta individual ante una realidad exterior enajenante o amenazadora. La realidad, y en ella todos esos otros que pueden aniquilar a la persona -por ejemplo, a través de la calumnia; por ejemplo, a través de la coacción; por ejemplo, a través de la humillación- siempre será susceptible de anular y destruir al ser humano. Una posible respuesta de éste a ese peligro será la voluntad por adentrarse en sí mismo: en sus recuerdos, en su imaginación, en su lucidez, en su creatividad.

En un momento determinado, la autora evoca una frase de su abuelo: “cuando ondean al viento las banderas, el juicio se pierde en las trompetas”. La Müller ofrece su respuesta al peligro de banderas y banderías, de vociferaciones y consignas: el sentido común. Solo la lúcida sensatez puede prevenir al hombre de fanatismos, de obediencias absolutas e irrestrictas formas de fe.

“Cuánto más palabras nos es permitido usar -leemos en otro momento del discurso- tanto más libres somos”. Existe una íntima relación entre la libertad del ser humano y sus palabras. Toda forma de totalitarismo comienza por negar la libertad de las voces. Por ello, la autora afirma cómo la escritura, la búsqueda y hallazgo de sus propias voces, le permitió sobrevivir al inhumano sistema imperante en la Europa Oriental regida por la Unión Soviética por más de medio siglo.

En la conclusión de su discurso, Herta Müller reafirma la libertad y la dignidad de quien se atreve a expresarse, a mostrarse y a crecer junto a sus actos y sus principios. Libertad y dignidad individuales opuestas a la humillación de quien no acepta ser silenciado, anulado o destruido… En palabras de la autora: “Me gustaría poder decir una frase para todos aquellos que, en las dictaduras, todos los días hasta hoy, son despojados de su dignidad…” La frase a la cual alude la Müller –“Tienes un pañuelo”- era la frase con que su madre la despedía todas las mañanas al salir de casa. Ella le evoca la necesidad de afirmarse en su voluntad de defender su derecho a creer, a actuar, a comunicar. Solo al lado de la libertad, concluye Herta Müller, podemos los seres humanos entender el sentido de nuestra existencia.  Sin eso, nada existe, todo está condenado a corromperse, a desvanecerse…

 

Traducción »