El propósito no es recuperar el Esequibo, es arrinconar a la oposición, por Pedro Benítez

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Mientras que el miércoles 6 de diciembre el canciller de Venezuela, Yvan Gil, por medio de un comunicado en la red social X difundía su versión de la conversación que sostuvo con el canciller de Guyana, Hugh Todd, aclarando que la misma se había dado a solicitud de su colega, pero poniendo en evidencia la actitud positiva de las dos partes con respecto a la diatriba limítrofe en desarrollo, el Fiscal Tarek William Saab dictaba órdenes de captura contra varios de los colaboradores de más confianza de la candidata presidencial María Corina Machado (Claudia Macero, Pedro Urruchurtu, Henry Alviarez), del presidente de Súmate, Roberto Abdul (clave en la organización de la primaria del pasado 22 de octubre), a un grupo de dirigentes del partido Voluntad Popular (todos en el exilio y con otras órdenes de aprehensión encima), así como a dos ex ministros chavistas, enemigos jurados de Nicolás Maduro.

Todos son acusados de participar en una macabra conspiración destinada a perjudicar el referendo sobre el Esequibo del día 3 de diciembre que habría sido financiada por la transnacional Exxon Mobil.

Además, y poniendo en evidencia que la consigna de María Corina, “la soberanía no se consulta se ejerce”, le pegó, en las horas previas Nicolás Maduro dictó una serie de medidas a fin de “asegurar” el Esequibo, a saber: la creación de una Zona de Defensa Integral (militar), de PDVSA Esequibo, CVG Esequibo y designó como autoridad única del mismo al mayor general Alexis Rodríguez Cabello, fijando su sede político-administrativa en Tumeremo a unos seguros 75 kilómetros de distancia del límite con el territorio en disputa. Es decir, están montando un gobierno imaginario. Una de esas cosas que tanto le criticaron al Interinato de Juan Guaidó.

Los anuncios de Maduro

Por cierto, Maduro efectuó esos anuncios desde Fuerte Tiuna en el marco de una reunión conjunta del Consejo Federal de Gobierno y el Consejo de Defensa de la Nación en donde afirmó: “…Guyana debe saber que arreglamos esto por las buenas o lo arreglamos”. Eso sí, tuvo la prudencia de agregar que “…más temprano que tarde llegaremos a una solución pacífica…”.

En medio del torrente informativo hay otros dos detalles que vale la pena destacar; el día lunes 4 el gobierno guyanés le pidió a Cuba la mediación en la disputa y el diario Granma publicó una escueta e inocua nota de prensa informando sobre los resultados oficiales del referéndum efectuado en Venezuela.

Pero mientras que en La Habana se preparan para ser los anfitriones de una gran encuentro de reconciliación entre Maduro y su par Irfaan Ali (este tipo de cosas a la dictadura cubana le encantan), y luego de 72 horas de haberse efectuado la consulta popular con carácter vinculante, la FANB no ha empezado una gran operación militar para recuperar todo o parte de 159 mil k2 despojados al país en mala hora por la pérfida Albión, sino que ha sido el SEBIN (la policía política) la que ha salido a perseguir y meter presos a venezolanos inocentes. Se reactiva así la tristemente célebre puerta giratoria característica del sistema de represión creado con asesoría castrista.

Maduro nos empieza a mostrar sus cartas

De modo que Maduro nos empieza a mostrar sus cartas. En su juego no hay intención alguna de que Venezuela recupere todo o parte del Esequibo. Mucho menos desea ir a una guerra o mandar aviones Sukhoi a sobrevolar Georgetown. Tampoco luce como probable que expulse del país a Chevron por venderle petróleo venezolano a la Exxon o se pelee con las empresas chinas o con el gobierno del hermano Lula en Brasil (todos con inversiones en el Esequibo). Estúpido no es. Es más, al igual que Hugo Chávez está dispuesto a entregar esa reclamación a cambio de seguir en el poder. El objetivo supremo es ese y no otro.

Es por eso que, luego de varias semanas en las cuales el tema de la primaria y hasta el nombre de la ganadora de esa jornada habían desaparecido en los medios oficiales y oficiosos, así como en sus respectivas cuentas en las redes sociales (a excepción del espacio semanal de variedades y chismografía del primer vicepresidente del PSUV), y poner a hablar a todo el mundo del Esequibo, el Fiscal se sacó de la carpeta de pendientes el asunto de la primaria y arremetió contra la ganadora de esa jornada ciudadana.

Si a los mejor informados, o más memoriosos, la operación en marcha contra María Corina les recuerda lo que se hizo con el equipo de colaboradores de Henrique Capriles por allá en 2013 y con los de Juan Guaidó en 2019, no es casualidad. Es la misma táctica. No meterla presa, pero sí hostigar a los que la rodean. Tampoco lo es que el referéndum sobre el Esequibo del pasado 3 de diciembre guarde significativos parecidos en su ejecución, opacidad y dudas con la “elección” acontecida el 30 de julio de 2017 de los 545 integrantes de la hoy olvidada Asamblea Nacional Constituyente. “Elección” en la cual el CNE de la época cumplió un papel protagónico.

El plan

Es el mismo plan, con más o menos el mismo reparto actoral, pero con ajustes en el libreto y una puesta en escena más ambiciosa. Sin ánimo de ofender a los admiradores de Samuel Beckett o Eugène Ionesco, es algo así como una versión libre del teatro del absurdo donde la trama no parece tener significado alguno y la secuencia no tiene ningún sentido. Eso sí, la ausencia de humor es absoluta, porque no se trata de una comedia sino de un drama para millones de venezolanos.

En aquel teatro que fue esa Constituyente se discutió de la nada y sobre la nada. Puede que sea el único cuerpo de esas características donde nunca se redactó siquiera un borrador de constitución y fue disuelta pacíficamente sin pena, y menos gloria. A su alrededor se tejieron todo tipo teorías sobre sus auténticas intenciones, que no podía ser otras que las de consagrar la elección indirecta del presidente e instaurar definitivamente el modelo institucional cubano en Venezuela. Nada de eso ocurrió.

Pero sí cumplió su objetivo: dividir a la oposición y lanzarla al terreno de la abstención en el siguiente ciclo electoral (regionales y municipales, octubre/diciembre 2017 y presidenciales mayo 2018).

Maduro no se plantea entregar el poder, ni a otro candidato chavista

Eso es lo que se busca hoy. Maduro no se plantea entregar el poder, ni a otro candidato chavista (tipo PRI), ni a un candidato opositor “aceptable”. Sus mensajes entre líneas son: el CNE está a mi servicio, con votos no me van a sacar y votar no sirve de nada. Es una guerra contra la psiquis de la población. Alimentar la desesperanza y la resignación colectiva. De eso se trata.

Está dispuesto a que vuelvan las sanciones si la alternativa es perder el poder, pero no cree que eso ocurra. Calcula que a la administración Biden le interesa más aliviar el tema de la migración venezolana, mejorar el suministro petrolero y evitarse un conflicto armado en esta parte del mundo. Es parte del farol.

Pero por encima de todo, sacar una vez más a la oposición de la ruta electoral. En noviembre de 2017 el preso fue Roberto Picón, principal asesor electoral de la MUD. Ni coincidencia ni casualidad. Su temor principal es que la oposición se organice y vote. Mientras se insista en que hay que votar contra viento y marea, más subirá él la apuesta hasta que la liga se le rompa porque nadie tiene el don de la infalibilidad.

Al Navío – @PedroBenitezf

 

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