Paulina Gamus: Mercenarios

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Mercenario según la RAE: «que lucha a cambio de dinero o de un favor y sin motivaciones ideológicas».

En la Biblia: «quien cede los elementos espirituales, morales y afectivos, por ventajas económicas y sociales»

Aristóteles. «Todos los mercenarios son aduladores y todos los aduladores son mercenarios».

Maquiavelo: «Las mercenarias y auxiliares son inútiles y peligrosasy el príncipe cuyo gobierno descanse en soldados mercenarios no estará nunca seguro ni tranquilo».

«Los motivos simples por los que un hombre con las dosis adecuadas de fanatismo, rencor o ánimo de lucro mercenario, podía matar indiscriminadamente. «El pintor de batallas» Arturo Pérez-Reverte

«Probablemente Wagner sea el primer ejército del mundo que tiene como objetivo preferencial destruir a la población civil, incluyendo ancianos, mujeres y niños. Un ejército de mercenarios, a diferencias de un ejército profesional, que no está sujeto a ninguna regla que no sea a la obediencia ciega al caudillo superior, en este caso Prigoschin, quien es para ese lumpen militar, un «señor de la guerra». Fernando Mires.

Como habrán podido deducir nuestros lectores, los mercenarios en general ni tienen ni han tenido nunca buena prensa. Por supuesto que el mercenario más mentado en estos últimos días ha sido Yevgueni Prigozhin, jefe de la empresa de seguridad privada Wagner, un ejército paralelo de asesinos a sueldo que le fue útil a Vladimir Putin en los primeros meses de la invasión a Ucrania.

El tal Prigozhin tuvo un ascenso similar al de muchos ultramillonarios que hemos conocido en los últimos veinticuatro años de la política venezolana: pasó de ser un ladrón y ex convicto de poca monta a multimillonario gracias a los favores recibidos del aspirante a heredero de las glorias del Zar Pedro El Grande, Vladmir Putin.

Era, además de su prontuario, un vendedor de perros calientes quien por sus vínculos con Putin y por las jugosas licitaciones y contratos públicos que obtuvo, se convirtió en un potentado capaz de formar un ejército de mercenarios para masacrar a la población ucraniana de la manera más feroz y cruel.

Pero algo se le torció en el camino a este sujeto. Se le subieron los humos, no soportó la autoridad del ministro de la defensa ruso y decidió avanzar hacia Moscú con tanques y blindados en lo que se consideró a todas luces como un golpe de estado. No estoy al tanto de si además de los ucranianos, haya otro pueblo a quien le hayan alegrado tanto los apuros de Putin, como el venezolano. Estamos en un punto desde hace veinticuatro años, en que el amigo de mi enemigo es por supuesto mi enemigo y viceversa.

Lo más curioso ha sido el desenlace de este caos, al menos por ahora como hubiese dicho el difunto. Hubo una negociación cuyos términos permanecen en el más absoluto misterio y un perdón con el exilio acordado de Prigozhin en Bielorrusia. Pero el otrora poderoso y temible jefe del grupo Wagner desapareció por unos días del radar de Putin y su paradero era tan desconocido como el del antes superministro venezolano Tarek El Aissami.

Prigozhin no parecía tan tonto como para ignorar los métodos de su mecenas y ex amigo para vengarse de sus detractores. Por ejemplo el uso del Polonio210 con el que hizo envenenar al ex espía Alexander Litvinenko y otro veneno de nombre Novichok con el que casi mueren Pyotr Verzilov un activista anti Putin, y en Inglaterra Sergei Skripal a quien Putin llamó «doble espía, traidor a la patria y bastardo» y su hija Julia. Lograron sobrevivir después de tres meses hospitalizados. Pero, hombre de la guerra al fin, y como tal preparado para dejar este mundo en cualquier circunstancia, decidió al fin alojarse en Bielorrusia lo que –perdonen la redundancia– podría ser su fin.

Tarek El Aissami no debe temer que lo envenenen, lo han escondido en algún lugar paradisíaco, quizá en Las Maldivas, para que no envenene al régimen con sus revelaciones. Al fin y al cabo en el Chávez-Madurismo hay mercenarios de dos niveles sociales: los de abajo es decir los Colectivos que reciben migajas para que asalten y lesionen a los manifestantes opositores y los de arriba, como el Tuerto Andrade, que habló hasta por los codos de las trapacerías de las cuáles fue cómplice, a cambio de su libertad.

¿Qué es lo que debería alegrarnos de los sucesos que detuvieron la respiración del mundo durante el avance amenazador de Prigozhin y sus mercenarios hacia Moscú? Primero: que se debilitó la posición de Putin y se reveló vulnerable. Y segundo: haber puesto punto final, así parece, a las atrocidades de la Empresa de seguridad privada Wagner.

Abogada, parlamentaria de la democracia – @Paugamus

 

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