Marisa Rufino: Un pacto por la industria para conseguir un modelo productivo sostenible

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Vivimos un momento complicado para toda la ciudadanía y para los Gobiernos en el que la crisis climática y energética, la pandemia provocada por la COVID-19, la globalización, la desigualdad, la inseguridad y la guerra rusa contra Ucrania están generando graves consecuencias para el futuro en nuestro país, y en la UE.

Ante estas crisis se han puesto de manifiesto una serie de debilidades que la UE ha de afrontar y para ello ha aprobado instrumentos para dinamizar la trasformación económica y social, sostenible y respetuosa con el medio ambiente, el Pacto Verde Europeo y del programa Next Generation EU (NGEU). El objetivo es realizar una transición socioeconómica, digital y ecológica, con el apoyo y ayuda de herramientas que la faciliten.

El nuevo “Mecanismo de Recuperación y Resiliencia” (MRR) se centra en promover un cambio de modelo económico, incorporando la transformación digital y la transición ecológica junto con la cohesión económica, empleo, productividad, competitividad y apoyo a pequeñas y medianas empresas.

Para ello, la innovación, la investigación y las nuevas tecnologías son fundamentales. Se trataría de aumentar el crecimiento económico y mejorar la cohesión social a través del cambio de modelo de producción mediante una mayor apuesta por el sector industrial y energético, aprovechando los fondos públicos necesarios que se han puesto en marcha por parte del Gobierno.

La lucha contra el cambio climático, la generación de energía limpia con un mayor uso de fuentes renovables; la descarbonización del gas; el desarrollo de las tecnologías de almacenamiento y las redes eléctricas, las baterías y el hidrógeno “verde”; la movilidad sostenible; el aislamiento en los edificios, la digitalización de la administración pública y capacitación en competencias digitales, son algunas de las oportunidades que incidirán en la trasformación del sistema productivo de nuestro país.

Es el momento del cambio, ya no puede esperar, debemos avanzar hacia un nuevo sistema más respetuoso con el medio ambiente que fortalezca nuestro sistema productivo tan dañado por las diferentes crisis. Este cambio ha de hacerse a través de una transición justa “que nadie se quede atrás”, el equilibrio entre economía, personas y respeto al medio ambiente es posible.

Hace unos días las organizaciones sindicales más representativas se manifestaban para exigir un pacto de estado por la industria. Un acuerdo para potenciar al sector industrial en nuestro país, que genere empleo de calidad trasformando el actual modelo económico mediante la potenciación de los sectores industrial y energético, y paralelamente mejorar la protección social a las familias.

La industria en nuestro país supone un 11% de PIB, porcentaje alejado del objetivo marcado por la unión europea, un 20% en 2020. Actualmente la industria emplea a dos millones de trabajadores y trabajadoras, y aunque es cierto que el peso de la misma ha ido subiendo en estos últimos años, también es cierto que no es suficiente.

No hay que olvidar que ha sido el sector industrial el que tradicionalmente ha generado empleo de calidad y bienestar económico y social, ha venido siendo generador y dinamizador de empresas y empleos indirectos en otros sectores, que principalmente se ha visto reflejado en el sector servicios.

La automoción y su transición hacia el vehículo eléctrico, el sector agroalimentario, el de la salud, el sector aeronáutico o el naval, entre otros, van a ser fundamentales para abordar retos en nuestro país como el cambio climático, la transición ecológica y digital de la economía.

La situación que vivimos ante la falta de suministros o de bienes como los microchips, los cereales, o la dependencia energética del gas ruso o el petróleo hacen necesario un nuevo sistema productivo compatible con el medio ambiente.

Se trata de impulsar sectores estratégicos que generen empleo de calidad haciendo frente a los nuevos retos existentes, el agroalimentario, el de la salud y el sector comercial, entre otros. Y de transformar otros como, la automoción y el vehículo eléctrico, el aeronáutico y naval, así como los vinculados a las energías renovables.

La situación que estamos viviendo, en la que las empresas están trasladando el aumento de costes derivado del incremento del precio de sus materias primas al precio final que pagan las personas consumidoras, está provocando una nueva devaluación de los salarios que afecta al consumo de los hogares, y que no es viable ni justa. El reparto de los costes económicos de las crisis y de la guerra está siendo desequilibrado, recayendo fundamentalmente sobre las personas trabajadoras mientras muchas empresas (especialmente las grandes) siguen obteniendo beneficios.

Por todo lo anterior se hace necesario acompañar a este proceso de un importante conjunto de ayudas a las clases trabajadoras para evitar una repercusión sobre las economías familiares que puede ser insostenible e incluso un freno para alcanzar los objetivos deseados.

Necesitamos un cambio en el tejido empresarial y una nueva estrategia por la industria en la que se apueste por nuevas empresas en el ámbito de la ciencia y la tecnología, la ingeniería, el diseño, la gestión de las personas, la comercialización, o la digitalización.

Nuevas posibilidades para generar valor en el empresariado y en el conjunto de la sociedad. Oportunidades para las personas, empresas e instituciones, utilizando los mecanismos proporcionados por la UE para constituir inversiones, crear empleo de calidad, mejorar de los derechos sociales y laborales, y respeto al medio ambiente. En definitiva, es la hora de consensuar una Pacto por la Industria, un modelo productivo y económico digno, justo y medioambiental sostenible.

 

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