“Es odio es un sentimiento contrario al amor, a la solidaridad humana, a la amistad y como veneno del propio espíritu una amenaza para el odiado.” Alfonso Avila Mayor.
Debemos suponer que los organismos de inteligencia han debido analizar las señales que envía la diablocracia aferrada al poder en Venezuela en sus últimos movimientos tácticos. Es difícil ponerse en la mente de un criminal sin serlo, aunque para ello también existe formación y entrenamiento. De todas maneras, haciendo un gran esfuerzo y conociendo la infinita capacidad para hacer el mal que tiene el conglomerado criminal que se ha apoderado del país con el consentimiento de la cofradía “revolucionaria” autóctona, los nombramientos de Chávez y El Aissami, inducen a pensar que el narcoterrorismo internacional asume la conducción de la destrucción final de la industria fundamental de los venezolanos. Ya no se trata de un esfuerzo técnico-gerencial, es una toma de posición política desde el odio y el resentimiento, para ellos vital.
El mensaje es que están dispuestos a dinamitar materialmente las instalaciones que aún quedan en pie en la industria energética, tal como amenazara en algunas oportunidades el líder que hoy se encuentra en el infierno, en caso de un ataque del imperio norteamericano y sus aliados. Roguemos a Dios porque ese escenario espeluznante no ocurra aunque anida en la mente de los servidores del mal.
Ese “enroque” intenta mostrar la disposición de inmolarse que existe en alguna mentes calenturientas, siguiendo la tesis de “si no es para mi, no es para nadie”. Tierra arrasada. Lo cierto es que sería terrible para el país.
Es una señal más de querer negociar desde una posición de fuerza con capacidad de destrucción. Han puesto un collar de explosivos en el cuello de la industria para atemperar las amenazas del imperio y de sus aliados democráticos, sabiendo que quien lo haga, se convierte en cómplice de la delincuencia internacional por cuya captura se ofrece recompensa. Es una nueva invitación al diálogo para ganar tiempo. Como esos jugadores tramposos que les tocó una mala mano y quieren obligar a los otros a barajar de nuevo la jugada antes de que el juego termine.
O puede ser, que Dios nos reciba confesados, que en realidad quieren vender bien cara su derrota por haber tomado el camino de los imbéciles, y con ello poner a sufrir a varias generaciones en un largo periodo de recomposición social y de reconstrucción estructural.
Quienes hicieron creer que habían sido enviados para echar a los mercaderes del templo, han destruído el templo mismo. Su falso amor por los pobres ha hecho que se multipliquen y ahora, las cartas están echadas. Destino fatal. La historia nos señala varios ejemplos de pueblos que han superado los obstáculos y las dificultades, pero, no de sátrapas que hayan resucitado. Una economía avanzada, necesita una sociedad avanzada. Venezuela será una de ellas porque se perfila en el horizonte el resplandor de la libertad y con ella vendrá la solidaridad y el amor entre nosotros para avanzar con dignidad y honor.
