No se trata de un filme, novela o ficción de alguna figura quimérica, de título “ignored”, en inglés ignorado por sus actitudes procaces, divagantes, necias, excéntricas u obcecadas, sino de un gobernante enfermizo por su megalomanía histriónica heredada de su tutor, comandante supremo y eterno, quien a manera de un legado natural y pertinente dizque le dejase encomendada la nobilísima misión de llevar a una seudorrevolución retardatoria y destructora de toda iniciativa progresista, salvo que se oriente o apuntale a sus maquinaciones en perjuicio de detractores o disidentes; tal es el caso de la oposición venezolana actual a cargo de la lideresa María Corina Machado y su aparente misoginia hacia la misma, lo cual le motivó a urdir su gloria como presidente reelecto, en conchabanza TSJ/CNE, de manifiesto casi mundial, que no le reconocen propiamente, sino como un gobernante o presidente “de facto”, según lo ha expresado Borrell, quien le pide que en su condición actual, la convocatoria a unas elecciones “justas y libres”; a fin de que abra brecha hacia una alternabilidad a traducirse, por la salud institucional de la nación y sus habitantes, en una ‘transición democrática’ virtual, sin desdeño de algún aporte u observación de los salientes por la puerta grande, hoy por hoy, en un momento crucial y decisivo para Venezuela, que no requiere de un acto heroico cruento, sino de una voluntad puramente política y estaríamos resueltos a fin de reasumir un país ideal en productividad consumada, logro de una planificación sesuda y participativa, y con el concurso de los talentos repatriados, quienes por circunstancias muy especiales debieron huir. Así, Venezuela sí podría disfrutar de un presidente reputado, propio y admitido universalmente.