Israel Viana: Las aventuras amorosas de Simón Bolívar en Madrid antes de proclamar su odio hacía la España opresora

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Antes de publicar su famosa ‘Carta de Jamaica’ y proclamar en público su odio más profundo hacia aquella «opresora y genocida» España, Simón Bolívar pasó los años más felices de su vida en este país. Vivió junto a la Puerta del Sol, en el centro de Madrid, con sus familiares españoles, y en sus calles conoció a la que sería el único amor verdadero de su vida, a su única esposa: María Teresa Rodríguez del Toro. Se casó en la desaparecida iglesia de San José, ubicada en la actual calle de Gravina, en el barrio de Chueca. El líder independentista más famoso de la historia de América fue, en definitiva, un madrileño más en aquella ciudad castiza.

Bolívar se embarcó en el puerto venezolano de La Guaira, el 19 de enero de 1799, buscando la estabilidad que no había encontrado Caracas durante su adolescencia. Tenía 18 años. Había nacido en la capital venezolana en 1783. Su infancia no había sido precisamente estable y parece ser que encontró, por fin, el sosiego y la felicidad, en aquella España a la que luego repudió y contra la que luego se enfrentó.

El pequeño Simón pasó su infancia yendo de un lado para otro. Su padre había muerto de tuberculosis cuando tenía 3 años y su madre, de la misma enfermedad, cuando tenía 9. Se tuvo que mudar entonces con su abuelo Feliciano, pero este también se encontraba muy enfermo y se trasladó con su tío Carlos, aunque este le confió la custodia a su hermano Esteban, que se encontraba en España, en cuando cumplió la mayoría de edad.

Los primeros meses en Madrid vivió en la casa que su tío materno tenía en la calle Jardines, a escasos cien metros de la Puerta del Sol. Este era un hombre serio, apegado a las tradiciones españolas, que se convirtió en diputado durante las Cortes de Cádiz. Bolívar reconocería más adelante que fue en la capital de España donde entró en contacto con las obras de Homero, Virgilio, Horacio, Dante y Cervantes. También donde comenzó a estudiar gramática, poesía y filosofía y donde se familiarizó con la cultura clásica y humanística europea. Y, sobre todo, la ciudad en la que conoció a María Teresa Rodríguez del Toro.

El flechazo

Fue en el verano de 1800. Narran las crónicas que el futuro militar se enamoró de la joven aristócrata madrileña en el mismo momento en que la vio. «Mi cabeza estaba llena de los vapores del amor más violento y no de ideas políticas», escribiría él mismo años después, cuando ya había publicado su ‘Carta de Jamaica’ y se había embarcado en su cruzada independentista. Todo lo que le ocurría en la Villa y Corte era tan bello que, el 26 de mayo de 1802, tras dos años de noviazgo, se casaron en la desaparecida iglesia de San José, en Chueca. Ella tenía 21 años, dos años más que él.

Para su desgracia, María Teresa murió repentinamente ocho meses después de fiebre amarilla. Estaba tan enamorado de la hija del marqués de Toro que, sobre la tumba de esta, juró que jamás volvería a casarse. Y lo cumplió. «Fue un golpe duro y decisivo en la vida de Bolívar, que lo sumió en el dolor más profundo. En el futuro no volverá a entregar amor puro y permanente a otra mujer y tampoco lo atará ninguna de forma definitiva», explicaba el historiador venezolano José Luis Silva Luongo en su biografía ‘Bolívar, herencia de todos’ (Fundación Luis Jesús Silva Acosta, 2003).

Lo más sorprendente fue la confesión que el líder independentista realizó después con respecto a este acontecimiento: «La muerte de mi mujer me puso muy temprano en el camino de la política y me hizo seguir el carro de Marte, en vez del arado de Ceres. Si no hubiese enviudado, no sería el general Bolívar».

Del amor a la guerra

Fue tan apasionado durante su estancia en Madrid, que aquí comenzó a dar forma a sus ideas políticas. Llegó a pasarse cinco días en el calabozo tras batirse en duelo con dos guardias reales por un lío de faldas. Cumplió su pequeña pena en la cárcel situada en la actual sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, ubicada en el Palacio de Santa Cruz, junto a la Plaza Mayor. Mucho más reseñable fue su bronca con el joven Príncipe de Asturias, el futuro Fernando VII, durante un partido de volante, un deporte parecido al bádminton celebrado en Aranjuez. Fue su primer encontronazo con el monarca al que después le disputaría la independencia de la conocida como Gran Colombia (Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia y Panamá). La Reina consorte, María Luisa de Parma, tuvo que interceder para que volviera la calma.

Después de marcharse de Madrid, Bolívar se dedicó a viajar por Europa y el mundo, formando al rebelde en el que se convertiría. Antes de que acabara 1803, decidió realizar un segundo viaje a España. Fue de nuevo en Madrid donde escuchó unas palabras del geógrafo alemán Von Humboldt que le impresionaron profundamente y marcaron su camino: «La América española está madura para ser libre, pero necesita un gran hombre que inicie la obra».

En 1815, el caudillo independentista se olvidó de sus felices años en la capital española cuando se encontraba en Kingston escribiendo la citada ‘Carta de Jamaica’. El mismo documento que líderes como los hermanos Castro en Cuba, Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela o Evo Morales en Bolivia han usado en las últimas décadas para atacar a España y calificarla de «opresora» y «genocida» por la colonización de América.

Todo había cambiado en el futuro libertador, tal y como apunta Miguel Saralegui en un artículo publicado en la ‘Revista de Indias’ en 2017: «En la carta de Simón Bolívar no existe una sola idea que no se vincule de modo estrecho con el odio a España. Sin hispanofobia, ese documento, simplemente, no existiría», aseguraba.

Licenciado en Historia por la UCM. Tras varios años de arqueólogo, llegué a ABC en 2009. Redactor de Cultura especializado en música e historia. Coautor de ‘Historia de la Guerra Civil sin mitos ni tópicos’ (Ediciones B)

 

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