Iván Freites: El espíritu del 22 de octubre y la organización social

 

El rescate de la democracia debería tener una finalidad única: “poner a comer completo a un pueblo que no come”. La frase entre comillas es de Rómulo Betancourt, uno de los grandes pensadores de la política venezolana a partir de 1935, cuando muere el sátrapa Juan Vicente Gómez.

Rómulo veía la política social del Estado no como un ramillete de dádivas al pueblo sino como el resultado de las exigencias de las organizaciones civiles.

Entre esas organizaciones, las más combativas fueron los sindicatos que emergieron a partir de las luchas por la promulgación de la primera Ley del Trabajo, por la creación del seguro social, por los programas de educación y capacitación de los trabajadores, por las políticas de vivienda para favorecer al trabajador y no a empresarios, militares y corruptos.

En definitiva, todos los logros de la clase trabajadora, hoy inexistentes, fueron el resultado de una sociedad organizada para “reducir el costo de la vida al venezolano, curarlo y educarlo,” como dijo Betancourt en uno de sus cientos de artículos.

No tardaron intereses extranjeros y nacionales en comenzar a dinamitar las organizaciones sindicales, porque mientras los sectores menos favorecidos participaban cada vez más en la distribución de la riqueza, los empresarios y el Estado veían disminuir sus extraordinarias ganancias.

Y así cada quien, amos del valle, trasnacionales o aventureros metidos a empresarios, comenzaron a colocar sus fichas en el entonces llamado Congreso Nacional para impedir aquellas leyes que podrían afectar las ganancias, como la del fallido reglamento de la Ley del Trabajo del 36. Todo es historia patria.

Las cúpulas de los partidos políticos ejecutaron a la perfección la estrategia de corromper a las directivas sindicales ofreciendo curules y contratos, algo que aún tiene vigencia. Fue entonces cuando parte de dirigencia dio la espalda a los derechos de los trabajadores para cuidar de sus propios intereses.

El costo que hemos pagado por esa traición ha sido alto.   Por supuesto hubo resistencia, pero ella terminó de morir a manos de Hugo Chávez Frías con sus falsas promesas de justicia, apoyado en un discurso socialista decadente y mentiroso.

No hay credibilidad en la dirigencia política porque hoy las posibilidades de cambio social están más lejanas que nunca, mientras los poderes del Estado y las organizaciones sindicales y empresariales estén metidas en la camisa de fuerza de la corrupción y el miedo.

De allí la relevancia del 22 de Octubre de 2023. Ese día es importante porque se eligió a la candidata única e indiscutible de la verdadera oposición venezolana, es decir, del pueblo que quiere cambios reales.

Pero ese día es más importante aún porque resucitó la resistencia ciudadana y la organización civil. La posibilidad de transformación se reflejó, por primera vez en muchos años, en el espejo de miserias del venezolano, del pobre que no tiene salario ni salud y del migrante que pasa penurias fuera de su tierra natal.

María Corina Machado lleva ahora la bandera de ese cambio. Esperamos que no claudique ante los intereses que nos mantienen en el atraso.

El pueblo trabajador demostró que está en capacidad de organizarse y luchar para sacar del poder a las cobardes cúpulas que cohabitan en los dos bandos: gobierno y oposición.

No habrá paz ni progreso sin justicia. Los cambios tienen que incluir una política social real y comprometida. En el discurso de los dirigentes debe ser prioritario el compromiso de un salario mínimo justo para los trabajadores, en lugar de la privatización o el remate de los activos del país, cuyo único dueño es el pueblo venezolano, algo que nos han hecho olvidar a la fuerza.

No habrá cambio sin organizaciones sindicales fuertes, que sean contraparte y no cómplices del Estado opresor, que rescaten las reivindicaciones de Juan Bimba y que reclamen la rendición de cuentas a los gobernantes.

El espíritu del 22 de octubre debe mantenerse en el pueblo venezolano organizado, pero hay que apurarse con esto, con calma y prisa a la vez, porque los cancerberos se mantienen cuidando a su amo, que no es otro que el actual Estado fallido, delincuente, narco y opresor.

Secretario de profesionales y técnicos de la FUTPV y Secretario General del SUTPGEF

 

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