Rafael del Naranco: Maduro y  Corina Machado 

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Es  certera la conocida máxima: Un político gobierna pensando en el hoy, un estadista mirando el mañana. Esto no sucede  en Miraflores hoy. Se impone la fuerza, no los votos.

Llegado a este punto, debo exponer: he sido un incondicional de Hugo Chávez desde el primer día. La Venezuela de ese entonces debía tomar rumbos nuevos bajo la égida de la democracia.

El fue amigo. Me trató con deferencia. En el intento del golpe de Estado – era entonces mi persona director del diario El Mundo – una vez devuelto al poder en Miraflores, y siendo pasadas las 4 de la mañana, llamó para darme las gracias por mi incondicional defensa. No lo merecía, como lo dije: él era el Presidente Constitucional de Venezuela.

Unos dos años después nos vimos en la obligación púdica de decirle que me había llevado “de la ilusión al desengaño”,  y rotos ya  los lazos con mi salida de Venezuela hacia España, nunca, ni en privado ni públicamente en su maratónico  programa  “Aló Presidente”, tuvo ni una sola expresión contra mi actitud – siempre política – hacia su forma de gobernar.

Nuestra traba estaba en  los escritos de mis columnas, nunca en contubernios. Actué solo, de frente, arropado por la vieja amistad que aún existía.

Como humana persona  Chávez era un ser excepcional y  debido a esa oruga que era el poder unida a su enfermedad,  fue cavando su hoyo.

Aún recuerdo los consejos que en Madrid le dio el general Pérez Jiménez en una reunión que preparé a pedido suyo. Es historia. El pasado no regresa.

A Nicolás Maduro ni debo darle consejos, y  aún así  le ofrezco  una reflexión. Norberto Bobbio  dijo con sapiencia:

“La fe en la razón quiere decir confianza en la discusión, en los buenos argumentos, en la inteligencia que dirime las cuestiones oscuras, en contra de la pasión que las hace incluso más turbias y en contra de la violencia que elimina desde el inicio la posibilidad de diálogo”.

Venezuela es de todos, siendo en las actuales circunstancias cuando hace falta coraje, valentía, mirada alta, limpia y directa. Nadie tiene en exclusiva la veracidad sobre las  actitudes humanas,  éstas se reparten en pedacitos por igual.

Seguir  enzarzados en una conflagración de  odios, nos lleva a una guerra de ojo por ojo cuyo resultado final es sabido: todos ciegos.

Los males y  los pocos aciertos nos los repartimos, y  el resultado a la vista: una nación rasgada donde el desprecio por el que no piense igual a uno, ha germinado en  insultos espeluznantes.

Hoy, y ayer igual, el horizonte de Venezuela  anuncia un  pandemonio. Vamos directos a una confrontación con sus aberrantes consecuencias. Puede tardar, pero vendrá.

Se necesita diálogo y más conversa de puertas  abiertas. De no ser así, hasta  el futuro del país estará en ascuas.

La decisión contra  María Corina Machado, cortándole las alas para que no pueda participar en las próximas elecciones  a la   presidencia, es un tropezón que tendrá consecuencias ante la intolerancia de Nicolás Maduro.

Vista esa tensa situación: ¿Nadie en el Patio del Pez que Escupe Agua en Miraflores, posee un ramalazo  de raciocinio?

rnaranco@hotmail.com

 

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