Una belly dancer de Petare en Marruecos 

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En Instagram es Yaira Al Said, pero en realidad se llama Yairamit Machado y es una petareña de pura cepa. Aprendió belly dance (danza del vientre) en Venezuela desde los 18 años, brilló en festivales internacionales —por ejemplo en Egipto, que es como decir Brasil en la samba— y hace casi 9 años, tras la muerte de su mamá por cáncer, aceptó un contrato para bailar en un restaurante internacional en Marruecos. Yairamit vive en la ciudad de Casablanca, donde por cierto no se filmó ni una escena de la famosa película romántica de 1942.

La competencia en Marruecos: “Cuando yo llegué aquí casi no había bailarinas locales profesionales de danza del vientre. Ahora hay un poco más, pero siguen siendo pocas, es un poco difícil para ellas por un tema de cultura y de religión. En Marruecos hay mucha cultura de restaurantes y de salas show. Traen artistas de todo el mundo, incluidos venezolanos. Por ejemplo, yo conocí aquí al cuatrista Jorge Glem, que hizo fusión con géneros musicales locales y fue algo impresionante”.

La experiencia migratoria: “Cada marroquí suele hablar más de un idioma, incluido el español. Yo me defiendo con un poco de francés. Marruecos para mí es cultura, sabor y color, así te lo resumo. Todo está diseñado para el turista, ¡todo! y eso sí que me encantaría que lo tuviera mi país. Vas al local de comida o baile más humilde y luego entras y dices: ¡qué es esto! No hay xenofobia, tratan muy bien a toda la gente de afuera. Jamás me he sentido incómoda sobre eso. Como inmigrante sí me ha costado sacar papeles. No tengo aún la residencia marroquí, es un poco difícil. Me dieron una visa hace tres años, igual he podido trabajar y llevar una vida tranquila. Me traje a mi padre —que es quien graba mis videos— y a mi hermano menor y vivo con mi familia aquí, debido a la situación de Venezuela”.

La danza del vientre: “En Venezuela solamente conocemos un poco más la danza del vientre egipcia, que es la cuna de las danzas de Líbano y Siria, pero en cada país árabe hay danzas orientales propias. Cuando llegué a Marruecos no sabía ¡nada! De la música y de la danza marroquíes. Tuve que rebobinar y aprender de cero. En el Belly Dance, la mujer aprende a conocerse, amarse, respetarse, a valorarse como es, porque es una danza muy espiritual, a pesar de que las personas de afuera solamente ven la parte sensual o sexy. Cuando yo comencé a estudiar esta danza en Venezuela no era muy conocida y por supuesto Shakira ayudó muchísimo con el tema Ojos así”.

Arepita

 

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