Ramón Cardozo: En búsqueda de la reinserción internacional de Venezuela

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Venezuela se encuentra bastante aislada de la comunidad internacional y muy dislocada de los grandes flujos e instituciones financieras internacionales. Ante la comunidad internacionalseñala la internacionalista Elsa Cardozo, investigadora y profesora de la Universidad Católica Andrés Bello,”Venezuela aparece como un régimen abiertamente autocrático.  Aunque  Nicolás Maduro se mantiene en el poder y hasta el momento ha logrado pasar el temporal, no es poca cosa que más de cincuenta países dejaron de reconocer la legitimidad del gobierno de Maduro a partir de las muy cuestionadas elecciones presidenciales del año 2018″, explica.

“De esa situación derivaron un conjunto de sanciones de parte de los Estados Unidos y de la Unión Europea que todavía pesan sobre Venezuela y sus instituciones. Desde hace cuatro años, por otra parte, importantes instancias internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Alta Comisionada de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, la Comisión de Verificación de los Hechos de la ONU y la Corte Penal Internacional han venido produciendo una serie de informes muy severos sobre las graves y continuadas violaciones de derechos humanos en Venezuela”.

Recientemente, a pesar del rechazo y de la presión política ejercidos por el régimen de Nicolás Maduro, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas renovó por dos años más el mandato de la Misión Internacional Independiente de la ONU para que continúe investigando las violaciones de derechos humanos en Venezuela. Asimismo, Karim Khan, fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI) solicitó formalmente autorización ante la Sala de Cuestiones Preliminares de la CPI para continuar con la investigación sobre presuntos crímenes de lesa humanidad cometidos en Venezuela.

El progresivo aislamiento de Venezuela de la comunidad internacional

Venezuela se retiró de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) en el año 2006. La razón dada por el gobierno de Chávez fue que los tratados de libre comercio firmados por Colombia y Perú le causarían perjuicios inmediatos a Venezuela. En el 2012, Chávez retiró a Venezuela del Sistema Interamericano de Derechos Humanos. En el año 2016, Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay consideraron que en Venezuela hubo una ruptura del orden democrático y, en consecuencia, acordaron suspenderle su condición como miembro del Mercado Común del Sur MERCOSUR.

En el 2019, el Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos resolvió “no reconocer la legitimidad del período del régimen de Nicolás Maduro a partir del 10 de enero de 2019”. En los años 2017 y 2022, el régimen de Nicolás Maduro fue excluido de la Octava y de la Novena Cumbre las Américas debido a su condición autocrática. “En estos momentos”, señala Cardozo, “el único espacio que tiene Venezuela dentro del hemisferio es el de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que es más bien un conjunto de voces y no una comunidad con estructura institucional formalizada”.

De manera paralela, durante la última década han venido naufragando las iniciativas de integración promovidas por el chavismo en Latinoamérica: la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, con el Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP). En este sentido, dice Cardozo, “seis países en conjunto abandonaron a la UNASUR. Esta organización se ha debilitado mucho por el uso instrumentalizado que tanto Chávez como Maduro han hecho de ella. La Alianza Bolivariana, por su parte, se reúne ocasionalmente, pero esta instancia de integración dejó de tener el alcance y las pretensiones que tenía originalmente de constituirse como referencia alternativa y contrapartida al ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) impulsada por los Estados Unidos”.

Finalmente, PETROCARIBE, iniciativa impulsada por Chávez en el 2005 como una alianza petrolera entre Venezuela y algunos países del Caribe, se ha venido derrumbando en la medida en que Venezuela ha perdido capacidad de producción. AL respecto, según Cardozo, “lo que queda hoy en día de PETROCARIBE son deudas a favor de Venezuela, que el régimen de Maduro ha ido condonando para seguir garantizándose el apoyo político internacional de los países deudores”.

El desacople de Venezuela del financiamiento internacional

Junto a su aislamiento político, Venezuela se ha venido desacoplando de las principales instituciones y redes financieras internacionales. Tal como señala el economista Paúl Elguezabal, exdiputado regional y profesor de la Universidad Monteávila de Venezuela, “desde las sanciones del 2017, Venezuela no tiene acceso al mecanismo de emisión de bonos para refinanciar su deuda y menos para emitir nueva deuda. Aunque debemos advertir que previo a las sanciones, ya le era casi imposible a Venezuela hacerlo, dado que la prima que debía pagar por riesgo país oscilaba entre 7 y 13 veces el promedio de Latinoamérica”.

“Algo similar ocurre con el acceso a fondos de los organismos multilaterales. Venezuela tampoco tienen acceso a estos fondos pues estos organismos no reconocen la legitimidad política de Maduro. Aunque aquí también debemos recordar que mucho antes de las sanciones, las relaciones de Chávez y Maduro con el FMI, BM y BID habían sido muy tensas”, indica.

Por esta razón, continúa Elguezabal, “la vía que le queda a Nicolás Maduro para acceder a financiamiento son sus relaciones con Rusia, China, Irán y Turquía. Sin embargo, esta ruta tampoco parece ser una fuente prometedora porque las deudas previas con estos países ya son bastante elevadas. Recordemos, además, que la deuda pública de Venezuela es la más alta de Latinoamérica, equivalente al 307% de su PIB, triplicando al siguiente de la lista. Aunado a ello, en estas dos últimas décadas se ha venido dando en Venezuela la destrucción de buena parte de su aparato productivo”.

“De allí que Venezuela no genera ninguna confianza respecto a su capacidad de pago como para recibir financiamiento adicional”. La internacionalista Cardozo coincide con esta observación: “Si lo pensamos en términos de las instituciones que han ido creando los rusos y los chinos, Venezuela tampoco se encuentra del todo insertada dentro de esas redes internacionales alternativas como la de los BRICS, ni mucho menos con las del foro de Shanghái que tiene otro espejo”.

Posibilidades de reinserción de Venezuela en la comunidad internacional

En los dos últimos años, una serie de eventos como la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, la pandemia mundial del COVID-19, la invasión de Rusia a Ucrania y una nueva ola de gobernantes de izquierda en Latinoamérica, viene produciendo cambios significativos en la geopolítica hemisférica en relación con el caso de venezolano.

Estos cambios, opina la internacionalista Cardozo, no necesariamente van a coincidir con todas las expectativas que abriga el régimen de Maduro respecto a una reedición del clima internacional y regional favorable del cual disfrutó Chávez durante la primera oleada socialista a comienzos del siglo XXI. Las diferencias tienen que ver con la difícil situación económica postpandemia de latinoamericana, el desprestigio del régimen venezolano, la diversidad de matices que tienen entre si los mandatarios electos de esta nueva izquierda y los contrapesos políticos que estos gobernantes tienen hacia el interior de sus respectivos países.

Esta nueva ola rosada,advierte Cardozo, “evidencia mucha mayor diversidad entre los distintos gobernantes de izquierda que la ola anterior.  No son lo mismo Nicolás Maduro, Díaz Canel y Daniel Ortega, que Gabriel Boric, Andrés Manuel López Obrador, Gustavo Petro y Lula Da Silva. Estos últimos son expresiones de gobiernos que han llegado a través de elecciones no cuestionadas y se instalan con una agenda de izquierda democrática que, con distintos matices, vienen respetando el Estado de Derecho, las reglas de la democracia liberal y los derechos humanos. Y esto es muy relevante porque estos gobernantes tienen frente a si enormes desafíos económicos y políticos dentro de sus respectivos países que deberán resolver negociando con importantes fuerzas de oposición representadas en los respectivos congresos”.

Respecto a Venezuela, los nuevos mandatarios están conscientes del desprestigio que hoy en día arrastra consigo el Socialismo del Siglo XXI. De allí que varios de ellos han tomado una cierta distancia prudencial y pragmática respecto al régimen de Maduro, llegando incluso a criticarlo abiertamente por la violación de los derechos humanos, como es el caso del presidente Boric.

Al mismo tiempo, sin embargo, estos gobernantes reconocen cómo la grave crisis política y humanitaria venezolana ha desbordado los límites del país y afectado de manera significativa a toda la región. Por ello, a pesar del costo político que pueda significarles, ven la necesidad de acercarse y reestablecer relaciones con el régimen Maduro. En este sentido, sostiene Cardozo, “no es casualidad que la posición de los gobernantes de Colombia y Chile, y seguramente también será la de Lula, sea la de que existen temas urgentes que deben ser abordados de forma directa con el gobierno de Maduro. Dentro de esos problemas estaría de manera general para la región el tema migratorio. De manera específica, para el caso colombiano sobresalen el tema de la guerrilla y el de las mafias transfronterizas, y para Brasil los temas de la minería ilegal y el de la destrucción de la amazonia”.

Varios de estos nuevos gobernantesprosigue la especialista, “han manifestado que la política de aislamiento internacional, de máxima presión y de sanciones no ha funcionado hasta el momento con Venezuela. Maduro sigue en el poder, actuando y consolidándose sin contrapesos. Por ello, señalan, habría que cambiar de estrategia, reestableciendo canales de comunicación con el gobierno venezolano para reinsertarlo en la región. En esta dirección se movió Gustavo Petro en su primer encuentro con Nicolás Maduro, invitándolo a reincorporarse al Sistema Interamericano de Derechos Humanos y a la Comunidad Andina de Naciones (CAN)”. A juicio de Cardozo, esta propuesta de reinserción busca que “los límites a la actuación del régimen de Maduro sean de tipo internacional e institucionales y no unilaterales”.

Con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca se ha venido produciendo un cambio en la estrategia de EE. UU. hacia Venezuela. La estrategia de máxima presión de Trump, que no había logrado producir la salida de Maduro, pero que lo había empujado de manera significativa a participar en las mesas de negociación desde 2017 (Santo Domingo, Oslo-Barbados y México), ha sido sustituida por una estrategia de “cambio incremental” y de comunicación directa con Maduro. Según explica Cardozo, “da la impresión de que los Estados Unidos pasaron de utilizar el régimen de sanciones, no tanto como un régimen de presión, sino como un régimen de persuasión, ofreciendo ventajas puntuales a Maduro, tales como el retiro de algunas sanciones para que se siente a negociar con la oposición la realización de unas elecciones libres y justas, siempre bajo la amenaza de que, si no lo hace, las sanciones podrían reinstalarse e incrementarse. Igualmente, pareciera que tanto el gobierno de Biden como la Unión Europea están calibrando la nueva situación de América Latina y están procurando que los nuevos gobiernos latinoamericanos sirvan como puentes y ejerzan un papel más activo en la solución de la crisis venezolana”.

Queda la interrogante de cómo va a responder el régimen venezolano a este nuevo panorama. Estas iniciativas podrían ser aprovechadas por Maduro para comenzar a reinsertarse en la comunidad internacional y contribuir realmente a darle una solución pacífica a la grave crisis que sufre Venezuela desde hace tantos años. Sin embargo, Maduro también podría intentar manipular esta nueva apertura, como ya lo ha hecho en el pasado, para fortalecerse y consolidar aún más su régimen.

 

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