El “caso Diosdado” relacionado con su presunto secuestro puede ser un efecto paranoico justificable en el hecho de quién es el personaje. (Y no estoy calificando). Sencillamente refiero lo que exterioriza. Es un hombre (demasiado) público que además es polémico, busca exprofeso aparecer como intraficable y para colmo lo asfixia una corte de aduladores casi todos armados. Ahora bien; Diosdado porta una etiqueta muy atractiva para el mundo delictivo que tanto prolifera hoy gracias al 97 % de impunidad que registra el sistema judicial, dicho y reiterado por la FGR. De manera que más de un grupo hamponil, (con cerebro o no) planea cómo secuestrar a Diosdado. Son 10 millones de dólares y no una penca de tuna. En Venezuela ante la voracidad roja diez millones de verdes parecen nada, pero en el resto del mundo 100 dólares son una cantidad tentadora. De manera que hurgue en su imaginación y juegue mentalmente con diez millones de esos verdecitos tan seductores para funcionarios bolivarianos de alto copete. Nada más Nervis Villalobos, un tipo de segunda si se quiere (acaba de ser echado de Suiza por su secuela de malandrizaje) “distrajo” cientos de miles de millones de dólares. ¡Cientos de miles de millones..! A ese sujeto no lo impresionan diez piches milloncitos, pero a nosotros, malandros de poca monta y de baja cuna, desde luego que sí. De tal modo que estamos pesquisando quién se nos anticipó y pretendió echarle el guante al amigo Diosdado antes que nosotros. Extraña, sí, que con tanto sujeto etiqueteado con enormes sumas y un “Wanted” sobre sus cabezas no se registren más intentos de captura, que no secuestro.
