José Antonio Gil Yepes: La política que falta

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La mayoría se queja de la política y de los políticos. Desafortunadamente, en la mayoría de los casos tiene razón. Pero los políticos no reciben la crítica de manera constructiva, sino que la descalifican como “antipolítica”, queriendo significar con ello que son inmerecidas e irresponsables; por lo que siguen haciendo lo mismo, cavando su propia tumba y hundiendo a los demás. Un desencuentro total que se ha evidenciando a través de múltiples aspectos de vida política como la desvinculación de las masas de los partidos AD y COPEI; la concentración de votos en outsiders, como Hugo Chávez y Henrique Salas Römer; el surgimiento de un liderazgo mesiánico individualista que se auto colocó por encima de todas las instituciones, incluyendo su propio partido y la Constitución; un nivel de rechazo de más del 80% a la gestión de un poder paradójicamente cada vez más hegemónico en manos de una cúpula cívico-militar que ha empobrecido al país hasta récords mundiales inimaginables; fracaso que una amplísima oposición, con un potencial electoral del 80%, no aprovecha porque está atomizada y manda a no votar; una caída de la identificación partidista de la población a menos de un 20%, todos los partidos sumados; todo lo cual resultó en una elección de diputados con una participación electoral estimada, por diversas fuentes, entre un 7,3% y un 31%; y que produjo el resultado más incoherente posible: un 92% de las curules en manos de ese oficialismo ampliamente rechazado.

Obviamente, esta política vertical no le sirve al ciudadano ni a las organizaciones intermedias.

Sin embargo, lo que aquí les propongo es reenfocar la crítica: “Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo” (Jesús dixit). ¿No será que la política y los políticos llevan un juego enfocado a su poder porque el resto de la sociedad no está organizada ni mentalizada para imponer otro juego, uno más equilibrado entre el poder al que aspiran los políticos y las respuestas a las necesidades cotidianas a las que aspiran la población y sus organizaciones?

Una nueva política consiste en organizar a la sociedad civil en dos dimensiones: la interna y la externa, para conformar una trama de intereses articulados (los propios) y agregados (los complementarios o compartidos entre diversas colectividades organizadas). La dimensión interna a cada colectividad consiste en consolidar las organizaciones ya existentes: trabajadores en sindicatos, empresarios en sus cámaras, profesionales en sus colegios, fieles en sus iglesias, vecinos en sus asociaciones, etc.). La dimensión externa consiste en construir alianzas horizontales entre esas organizaciones de la sociedad civil.

Entre las alianzas más importantes están la de trabajadores y empresarios, para desmontar el mito del odio de clase utilizado por muchas fuerzas partidistas para “dividir y vencer”; la de las fuentes de trabajo y los docentes y centros de estudio, para acercar la educación al trabajo; la de trabajadores y empresas con las comunidades en las que operan, para apoyarse mutuamente; y la de alcaldías y gobernaciones con sus respectivas sociedades civiles locales para promover el desarrollo económico de cada localidad en función de sus productos o servicios más destacados y el desarrollo de un federalismo democrático. Bienvenidos los partidos y políticos que deseen incorporarse a esta nueva política.

 

Este fortalecimiento institucional resultaría en una trama de intereses complementarios que constituiría una fuerza horizontal que irradia poder desde el nivel medio de la sociedad hacia arriba y hacia abajo: Hacia arriba, haciéndose capaz de hacerse oír y respetar por la fuerza vertical tradicional que hace política de arriba hacia abajo de manera que ésta deje de ser sorda y ciega (muda no es); y hacia abajo, haciéndose apoyar en el cabildeo político por las colectividades que representa y organiza.

La mayor oportunidad para empezar a implementar este enfoque es ya, al caer en cuenta que no se puede criticar a los partidos de oposición por tener partidos débiles, pequeños y desunidos si las organizaciones de la sociedad civil adolecen de las mismas limitaciones. La segunda oportunidad para empezar la presentan las elecciones de gobernadores y alcaldes venideras. En estas elecciones la sociedad civil puede jugar adelantado escogiendo desde ya un candidato unitario por circunscripción y comprometido con los mensajes centrales que son partir de una gran alianza intersectorial de organizaciones intermedias, promover el desarrollo y mercadeo de localidades para generar riqueza para todos e instalarse como un nuevo federalismo local y regional que sirva de fuerza que equilibre la hegemonía de los partidos, gobiernos y del centralismo.

@joseagilyepes

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