Luis Ugalde: Para que la República renazca

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El fracaso de la política y la imposición del mal común nos obligan moralmente a todos a asumir la responsabilidad del rescate de la República. Con la reinante y creciente negación de la vida y la dignidad humana, la omisión es complicidad y grave pecado.

1-La gente (incluidos los chavistas) quiere cambiar, salir del régimen y de Maduro que lo sostiene, librarse de la pesadilla actual y volver a vivir. Cuanto más dure, más se agrava y más difícil será renacer.  Venezuela sabe que la oposición democrática está en contra del régimen, pero no está muy convencida de que tenga la voluntad política y la prioridad económico- social para salir de la actual  indigencia nacional.

2-La dictadura organiza una elección parlamentaria para perpetuarse, para no cambiar. La organiza de manera fraudulenta, eliminando toda posibilidad de perderla. Lo fundamental es quitar a los demócratas la AN legítimamente electa y eliminar a su presidente Guaidó que -a pesar del desgaste- es legítima referencia principal para los demócratas de América y Europa y para la oposición nacional.

Esta elección dictatorial y usurpadora ha tomado decenas de decisiones, violando la ley y la Constitución y cambiando todo lo que le convenga. Hasta eliminó el voto indígena universal, libre y secreto y ha establecido una elección comunal a mano alzada y con candidatos filtrados. Claramente la próxima elección parlamentaria es una burla y no un camino hacia la democracia. Entre la pandemia y esta mueca electoral lo sensato sería aplazar unos meses la elección y crear condiciones.

3- El punto político más débil del régimen es la necesidad y desesperación de la gente aplastada por la pobreza y las carencias económico-sociales cotidianas. Es el mayor potencial político para salir de la usurpación.

En Estados Unidos, Alemania o España, en la actual crisis la economía (producción, empleo, ingresos de decenas de millones…) premia a los gobiernos o los derrota. Mucho más en Venezuela donde la pobreza extrema llega al 80%, la mayoría de las empresas están semiparalizadas debatiéndose entre el cierre y la sobrevivencia, y la agonía de todos los servicios públicos deja en evidencia el desastre de la gestión pública. Al malestar vital políticamente explosivo le falta expresarse en miles de puntos del país de manera descentralizada y no fácilmente reprimible y convertirse en el centro de la protesta política. La economía social y la activación empresarial productiva se han convertido en factores políticos de máxima prioridad.  El mal común impuesto por la tiranía reinante  no se podrá revertir sin la salida del dictador y sin una enorme y excepcional unidad nacional e internacional para la reconstrucción. El dictador no quiere cambiar el modelo impuesto, ni  podría lograr el imprescindible apoyo nacional e internacional.

 

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