Si algo le debería interesar al gobierno de Maduro es lograr una importante participación ciudadana en las próximas elecciones de la Asamblea Nacional, lo cual no es nada fácil pues la abstención ha ido ganando terreno en los últimos años en el sentir de los venezolanos. En Venezuela hoy, la abstención estructural está entre 25 y 30 por ciento del registro electoral, y a lo mejor estoy siendo optimista. En Colombia, esta abstención está alrededor del 60 por ciento. La misma expresa la conducta de un sector de la población que no ve que las elecciones puedan mejorar o revertir la crisis de todo tipo que vivimos en la actualidad; nada que mejore sus condiciones de vida. Se trata de gente que no tiene esperanzas de que las cosas puedan cambiar a través de su participación en los procesos comiciales.
A ésta ya existente conducta se suma la feroz campaña abstencionista de los partidos de la oposición dirigida por Leopoldo López, a la que se suman María Corina Machado, figuras opositoras radicadas en el exterior, el gobierno injerencista de Trump y sus adláteres en el mundo entero, la gran prensa transnacionalizada y algunos líderes nacionales honestos pero muy confundidos. Conspira también hoy contra la participación electoral la pandemia del coronavirus, que en estos momentos desarrolla su fase exponencial en nuestro país. Dinero para esta campaña suicida hay y bastante. No sólo de las agencias estadounidenses que financian actividades de distinto tipo en nuestros países, sino de los activos venezolanos en el exterior secuestrados por Guaidó y su camarilla, quienes los administran a su discreción y sin ningún tipo de control.
Esta situación no sería imposible de revertir, si el gobierno entendiera que es necesario instrumentar una serie de medidas que rescaten o comience a rescatar la confianza en las elecciones. Y no se trata de discursos retóricos ni de promesas, pues la gente los percibe y los rechaza. Se trata de acciones concretas que demuestren la existencia de una nueva situación. Haber abierto el Registro Electoral para la inscripción de los nuevos votantes y para los cambios de dirección de los ya inscritos es, en principio, una medida correcta en el sentido señalado, pero si la emisión de nuevas cédulas de identidad o de reposición de las extraviadas no funciona incluso a mayor velocidad que normalmente, se está entorpeciendo el efecto positivo de la medida.
Es importante en el sentido de la confianza, un pronunciamiento inmediato del Consejo Nacional Electoral en solicitud de “observación internacional”, no acompañamiento, de las elecciones venideras. La ONU, la Unión Europea, entre otros, deberían desde ya recibir la solicitud correspondiente y así debería ser ampliamente informado nacional e internacionalmente. Habría que efectuar desde ya la solicitud de elaboración de la tinta indeleble a la Facultad de Ciencias de la UCV, de manera de contar también con este dispositivo de seguridad electoral. El nuevo CNE debería también decidir que el día de las elecciones no podrán funcionar en el territorio nacional los llamados “puntos rojos”, pues en ese día y los días previos está terminantemente prohibida la realización de campaña electoral.
Serían medidas muy simples pero muy contundentes en el sentido de enviar un mensaje muy claro a la nación venezolana y al mundo entero. Los partidos de la oposición democrática que están en la Mesa de Diálogo Nacional y otros que no están en ésta son todos partidarios de la instrumentación inmediata de este tipo de medidas. El PSUV debería asumirlas también de inmediato, si es que realmente está interesado en contribuir a la mayor legitimación posible de las elecciones de diciembre.