Jesús Alberto Castillo: Los nuevos senderos de la educación

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El tiempo convulsionado en el que estamos inmersos tiene como característica principal la expansión del ámbito cibernético, gracias a la conectividad de internet y la masificación de los dispositivos digitales.  Ya para el año 2014, la Unión Internacional de Telecomunicaciones consideraba que el 40% de la población mundial tiene acceso a internet. Hoy se estima que esta cifra ha aumentado de manera considerable, abriéndose paso hacia horizontes hasta hace poco inimaginable para la razón humana. No obstante, existe una diferencia abismal respecto a la conectividad entre países, fundamentalmente en zonas urbanas y rurales. Los expertos en la materia vaticinan que en los venideros 20 años, el mundo se encuentre prácticamente interconectado.

Más allá de las preocupaciones que se han suscitado sobre la globalización y el avance tecnológico, el uso cibernético ha trastocado el modo de interacción y vida de las personas. Le ha permitido acceder a una gran cantidad de información y conocimiento, involucrarse en aspectos financieros, de administración pública, salud, educación, recreación y otras actividades. Como destaca la Unesco (2015) se han dado progresos interesantes en materia de inteligencia artificial, tales como las impresoras 3D, la recreación holográfica, la transcripción instantánea, los programas informáticos de reconocimiento de voz y de gestos, que han facilitado el intercambio humano y mejorado los servicios en la sociedad.

De esta realidad tenemos que tomar conciencia del imperioso impacto de las nuevas tecnologías en nuestras formas de vida, pensamiento y acción como sujetos de un planeta cada vez más interconectado. Además, uno de los datos más curioso es que más de mil millones de jóvenes, en edad comprendida entre 15 y 24 años, representan la genera ción más informada, activa e hiperconectada en las diferentes redes sociales – Facebook, Twitter, Instagram, entre otras- y fomentan actividades comunicacionales en la amplia frontera digital, desplazando al resto de la población, quienes hacen esfuerzo para no naufragar en esta nueva dinámica de interacción social del planeta.

Esta tendencia digital también ha causado un cambio significativo en la cosmovisión de la realidad. Aparecen nuevas maneras de visualizar el progreso humano ante eventos complejos que van marcando el mundo actual. Se produce una diversidad cultural, pluralidad de ideas y distintas pautas de comportamiento que sintetizan una sociedad poliédrica en un espacio glocalizado, con tensiones permanentes que delinean horizontes novedosos para las actuales generaciones y las que emergerán.  La aparición de fenómenos insospechados obligan a repensar el conocimiento y, con ello, el modelo educativo de gran significación para enfrentar los retos de esta desbocada situación.

Es por ello que la Unesco intenta dar respuesta a estos cambios vertiginosos. A partir del 2015 publicó un valioso documento titulado “Replantear la educación: ¿Hacia un bien común mundial?, también denominado Informe Bokova, en el que se plantea reconsiderar el modelo educativo para adaptarlo a esa diversidad cultural que ha emergido con fuerza en el mundo actual.  Allí revaloriza el papel educativo hacia una concepción renovada del desarrollo humano y social, dando prioridad las dimensiones sociales, medioambientales y económicas y las diferentes formas en que se relacionan con la educación.

Se trata de fomentar una educación accesible para toda la vida, aprovechando los entornos digitales, para formar el talento humano y hacerlo productivo, creativo y capaz de convivir en un clima de paz y armonía. Eso significa contar con educadores, o más bien facilitadores del conocimiento, que apalanquen el aprendizaje más allá de los sistemas de educación formal, en ambientes comunitarios, organizaciones religiosas, programas de alfabetización, asociaciones voluntarias y otras modalidades donde los sectores vulnerables puedan tener acceso y convertirse en agentes que pongan  en práctica sus potencialidades para cambiar su calidad de vida.

La educación del siglo XXI debe darse en entornos virtuales que viabilice el aprendizaje organizacional para la vida, propiciando la calidad y una visión plural de la realidad emergente; afianzando valores de civilidad y democráticos, así como un desarrollo humano sustentable, poniendo énfasis en el valor del ser humano con su espacio geocultural. En esta sociedad red, descrita cabalmente por Manuel Castells, las tecnologías de información y comunicación son herramientas fundamentales para apalancar el proceso educativo en los diversos estratos sociales, divulgando de manera didáctica las identidades sociales y culturales de cada comunidad en el marco de una frontera global, enriqueciendo saberes y perspectivas múltiples.

Por supuesto, esta iniciativa de incorporación tecnológica al sistema educativo requiere de su internalización como una estrategia global de desarrollo por los actores sociales. Tal como lo ha venido afirmando Juan Carlos Tedesco (2003) se requiere de una fuerte alianza entre el sector público y privado, donde se invierta en plataforma digital, donde la tecnología sea transferida por los centros universitarios y de conocimiento y  los empresarios estén dispuestos a financiar tales proyectos de educación virtual. Además, se requiere de un proceso de cooperación regional e internacional, básicamente en el ámbito investigativo e innovaciones educativos para los docentes participantes de esta modalidad.

Lo interesante es que la sociedad camina a pasos agigantados hacia horizontes insospechados y tenemos que formar a esa gran cantidad de personas para que sean útiles en la vida y mejoren sus condiciones sociales. Es fundamental aprovechar las oportunidades que nos brindan las nuevas tecnologías de información y comunicación para enrumbar el anhelado desarrollo sustentable. No debemos olvidar que la educación es una palanca muy poderosa para cambiar la sociedad y conducirla por los derroteros de civilidad y progreso humano. Es lo más hermoso que podemos labrar en una sociedad que cada vez se hace más compleja, hiperconectada y  novedosa.

Politólogo y Doctor en Ciencias Gerenciales

 

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