José Aloise Abreu archivos - Emisora Costa del Sol 93.1 FM

Siempre dio el primer paso, cuando se trataba de superar una etapa y arriesgar un lugar entre los voluntarios. José Rosario Delgado lo comprendía en un instante y tomaba partido en el mismo momento que había que tomar la decisión para avanzar en este oficio nuestro, el laburo, como dicen los argentinos. Por eso compartimos tantos momentos y unas cuantas etapas de nuestro ejercicio profesional. Ahora se hace más notable esa voluntad suya, ahora cuando ya no está. Hasta después que todo fue pasando y cada quien tuvo que tomar su propio rumbo, seguimos compartiendo estas coincidencias. Ni el exilio nuestro lo cambió mucho, gracias a la comunicación sin hilos que nos prolongó la tertulia hasta que llegaron los tiempos de este último año, cuando José Rosario Delgado tuvo que sufrir su personal tragedia. Habíamos estado hablando todavía de lo de siempre. Los buenos momentos que se aprecian en un trabajo que no reconocemos como tal, sino como una diversión que se suda todos los días. Pocas veces nos incomodó el tema de ese patético síndrome de los que siempre se ilusionaron creyendo que tenían poder porque manejaban una empresa de comunicación. Resulta que un medio puede proporcionar más satisfacción, paciencia y pericia antes que ambiciones de corto plazo, a costa del esfuerzo ajeno. Porque hay que conocer y amar el arte de comunicar. Por eso es tan cojitranco e ilusorio el poder de los que pretendieron ser lo que nunca fueron ni lo serán. Pero muchos otros temas se sumaron al runrun de comidillas que alimentaba nuestros recuerdos y conversatorios, cuando el humor adormecía los agrios momentos de la decepción. Me llamaba José Rosario Delgado y ya sabía yo cuál sería el tema del día. Era sobre los años aquéllos, porque José Rosario Delgado solía rumiar, más que cantar el bolero Un siglo de ausencia. Pero tenía puntería cuando recordaba una anécdota que había sido motivo de experiencia acumulada, pedagogía y ejercicio de sinceridad y honestidad profesional. Era como el sano espíritu memorioso de los compañeros, ahora ausentes de verdad, más allá del bolero. Jose-Rosario-Delgado Ese repele de consuelo sonriente se ha ido, con el dolido José Rosario Delgado. No es que leyera ningún anuncio en la borra del café, pero yo desde tan lejos llegué a estar más seguro que sospechoso, cuando empezaron a pasar los días, los meses y el inclemente dolor de José Rosario Delgado se prolongaba. El servicio de salud, pagado religiosamente en el supuesto seguro social, bien quedó para el olvido, más allá de la miseria de una tumultuosa pensión mensual de migajas. El servicio para menesterosos del sistema hospitalario, desmantelado y carcomido de ideología. Lo poco que podía funcionar, los profesionales persistentes de la salud a pesar de los malos sueldos y las precariedades, estaba bajo amenaza. Parecía como “una orden de arriba”, no atender al enfermo comunicador litigante y “latigante” de la radio. Se lo dije a los amigos, se lo comuniqué a familiares y a duras penas se lo sugerí al propio José Rosario Delgado. Todos seguían incrédulos y yo pasaba, tal vez pasé, por exagerado y malicioso. Que lo soy. La solución de la operación en clínica privada fue tortuosa y decepcionante. Las contribuciones necesarias fueron lentas e insuficientes porque la situación misma de los verdaderos amigos sigue siendo menguante. Y los que podían, escurrieron el bulto. Siguen siendo, todavía, pretendientes hasta de la misericordia. Gracias por nada, señores oportunistas. No hay desconsideración alguna en decir que no merecen una pizca de perdón. Llevarán ese mérito de hojalata como una condecoración en la frente. Seguirán como siempre, sin entender nada. La muerte del periodista los vuelve a desnudar. El silencio los delata. En los otros medios impresos de la comarca, la competencia estranguló la solidaridad profesional y el deber de informar sigue siendo el enigma del otro mundo. Monstruoso. Se acabó hace rato, el siglo de ausencia, José Rosario. Sólo queda un siglo sin memoria y sin historia. Va para cien años de soledad. No se olvida tanto olvido, José Rosario. Santiago, 24 de Julio del 2022Periodista de varios diarios en Venezuela y radicado en Santiago, 24 de Julio del 2022

José Aloise Abreu

José Aloise Abreu: Carta abierta al periodista maracayero José Rosario Delgado

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