Bernardino Herrera León archivos - Emisora Costa del Sol 93.1 FM

Coincido con la preocupación expresada en el libro. Como historiador puedo argumentar que, en efecto, la mayor parte de la narrativa histórica de la época de la Independencia colombiana primero y luego, venezolana (Venezuela se independiza de Colombia y no de España), que se nos ha legado como educación formal, se inclina hacia el extremo de la épica separatista y reinterpretando la ya entonces consolidada "leyenda negra española". Cuando Germán Carrera Damas publicó en 1987 su "El culto a Bolívar" creó sin saberlo una grieta entre las universidades con carreras de historia y la Academia Nacional de la Historia, institución responsable de la autenticidad y cuidado del relato venezolano. Sin embargo, Carrera Damas no pasó de criticar el fenómeno del culto, calificando como dañino para los pueblos y para la democracia no sólo ese culto sino todos los cultos a los caudillos. Aún así, el texto impuso un debate enterrado por las instituciones que no sólo evadían el tema, sino que, además, promovían dicho culto. Similar cisma intelectual fue el provocado por el famoso libro de Laureano Vallenilla Lanz, "Cesarismo democrático", al afirmar en él que la guerra de independencia fue una guerra civil y no una guerra entre Venezuela y España o entre "patriotas" y "realistas", como falsamente se suele repetir en los textos escolares. Hoy Vallenilla sigue siendo un autor despreciado por promover, justificar y participar en el régimen de Juan Vicente Gómez. Dichos textos eran capaces de hacerse indiferentes con ilógicas afirmaciones, tales como la que consagra al 19 de abril de 1810 como fecha inicial de la Independencia, cuando justamente fue lo contrario. El intento de preservar el reino de España ante la usurpación imperial francesa. El propio nombre de la entidad de gobierno que surgió de aquel memorable cabildo es muy claro: "Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII, el rey depuesto por Bonaparte. Entonces los habitantes de España se encontraban sumergidos en una muy cruenta "guerra profunda", de esas que se libran en cada ciudad, cada pueblo y en cada aldea en contra del invasor ejército francés. Trance que se denominó la "Guerra de Independencia Española", al costo por cierto de casi un millón de vidas. Estos acontecimientos, como la extraordinaria Constitución de Cádiz, quizás la más avanzada doctrina liberal de su época, fueron acontecimientos olímpicamente execrados e ignorados por la historiografía patria venezolana que se enseñaba, y aún se enseña, en las escuelas desde fines del siglo XIX. Antes que Carrera Damas, un brillante intelectual venezolano publicó un ensayo que se convirtió en la obra más mundialmente difundida y versionada de las plumas venezolanas. Se trata del libro de Carlos Rangel "Del buen salvaje al buen revolucionario", un escrito crítico publicado en 1976, demoledor de la narrativa épica separatista o independentista, no sólo de Venezuela sino de hispanoamérica. El libro, por cierto, fue "quemado" en pira totalitaria en, increíble, la Universidad Central de Venezuela por grupos radicales que se definían como de "izquierda" marxista, y sus muchas variantes. Otros autores, como Tomás Straka, publica en el año 2000, "La voz de los vencidos", ofreciendo por fin acceso a una parte de aquella historia desaparecida o enterrada por la narrativa separatista y la historia oficial. Esta otra versión de la narrativa histórica fue súbitamente apagada por la aparición de la tragedia del chavismo, que no sólo promovió un intenso retorno al culto a Bolívar, sino además, retrotrajo una más retorcida manipulación de la narrativa histórica, mezclada ahora con indigenismo y clasismo. Un retorcido tal que se atrevieron hasta desfigurar la imagen de Simón Bolívar para convertirlo en un falso personaje de rasgos mestizos. La manipulación de la historia, que consiste en falsificar, retorcer e inundar de relatos tergiversados la narrativa del pasado, es origen y causa de buena parte de nuestra tragedia como nación. Es la fuente del combustible más apreciado por las ideologías destructivas del presente, como es el caso particular del "chavismo", una pésima imitación de todo lo peor de las ideologías totalitarias de los dos últimos siglos en el mundo. Esa fuente es el resentimiento. Todo el relato épica separatista que se conoce como independentista se fundamenta en el odio. Odio a lo que no sea prehispánico, odio a España, odio a los que la defienden, odio a todo lo que disienta del propósito separatista y odio contra quienes se opongan a sus caudillos. El mismo Simón Bolívar tuvo que discriminar y hasta asesinar (se les llamaba entonces fusilamientos militares) a muchos "patriotas" que competían con su liderazgo o que disentían de sus ideas centralistas y presidencialistas. Ideas por cierto que coincidían con lo más parecido a la monarquía que se pretendía combatir. La manipulación de la historia es, en suma, enemigo mortal del desarrollo intelectual de las naciones. Y el desarrollo intelectual es requisito indispensable e insustituible para el desarrollo político, económico, social y cultural. Especialmente en lo que se refiere a la convivencia social, sin la cual es imposible una sociedad viable que ofrezca libertad y garantías a la vida y a la dignidad humana. Es urgente una revisión exhaustiva de nuestras memorias históricas. Necesidad que requiere que volvamos a leer y a comprender sobre el pasado de nuestros orígenes.

Bernardino Herrera León

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