Mar de Fondo.
En un contexto de escalada y tensiones crecientes, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, emitió una declaración contundente que resume la posición del presidente Donald Trump respecto a Venezuela.
Según Leavitt, Trump califica a Nicolás Maduro como un “dictador ilegítimo” al mando de un régimen implicado en el narcotráfico hacia Estados Unidos, y advierte que Washington “no lo va a tolerar más”.
Esta afirmación, hecha durante una rueda de prensa en la que se le preguntó sobre posibles planes para remover a Maduro del poder, no solo reitera acusaciones históricas, sino que eleva la retórica a un nivel de ultimátum, insinuando acciones concretas más allá de sanciones.
La presión de Washington contra Maduro no es nueva. Desde 2017, Trump ha liderado una ofensiva contra su régimen narcoterrorista, desconociendo su mandato e imponiendo castigos por violaciones a los derechos humanos y corrupción.
Sin embargo, el enfoque en el narcotráfico se intensificó con la designación de Maduro y sus aliados como líderes del “Cartel de los Soles” por parte del Departamento de Justicia de EE. UU., acusados de traficar cocaína y fentanilo hacia EEUU a través de rutas marítimas y terrestres.
En los últimos meses, tras las elecciones venezolanas que se robó descaradamente Maduro y sus cómplices, asi como un flujo récord de migrantes y drogas hacia la frontera sur de EEUU, la administración Trump ha endurecido su postura, incluyendo operaciones encubiertas de la CIA, reveladas recientemente.
Leavitt, en su rol como secretaria de prensa, actúa como voz oficial, amplificando la visión trumpista de Venezuela como una amenaza directa a la seguridad nacional.
Esta declaración representa un punto de inflexión por su tono y contexto. Primero, refuerza la ilegitimidad del régimen: al negar la validez de Maduro, Trump busca aislarlo internacionalmente, alineándose con aliados como Colombia y Brasil, y presionando a la OEA para revocar su reconocimiento.
Segundo, centra el narcotráfico como “casus belli”. No es solo retórica; alude a evidencias del Departamento del Tesoro de EEUU sobre envíos de drogas que inundarían comunidades americanas, justificando posibles intervenciones bajo leyes como la Ley de Autorización de Defensa Nacional.
Tercero, señala una intolerancia inminente. La frase “no lo va a tolerar más” implica agotamiento de las opciones diplomáticas—rechazando una reciente petición de Maduro de diálogos directos— y abre la puerta a medidas agresivas, como despliegues militares o apoyo a un golpe, sin descartar especulaciones sobre “botas en el terreno”.
En un año electoral en EEUU, esto también sirve a Trump para proyectar fuerza en temas de migración y crimen transnacional.
En esencia, la declaración de Leavitt no es solo una diatriba, es un preludio a un cambio de régimen, donde Trump apuesta por la confrontación para reafirmar la influencia de EEUU en la región.
El mundo observa si estas palabras se traducen en hechos. Todo indica que sí, en apoyo del pueblo venezolano, organizado como nunca antes, bajo el liderazgo de María Corina Machado.

