Moisés Naím: La interesante historia de Fat Leonard y Alex Saab

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Su nombre es Leonard Glenn Francis, pero todos lo llamaban Fat Leonard. Su empresa, Glenn Defense Marine Asia, lo hizo muy rico. Su negocio era el suministro (alimentos, combustible, etc.) a los barcos de la Armada estadounidense en puertos asiáticos. Fat Leonard se hizo muy amigo de los almirantes y capitanes estadounidenses que asistían a sus fiestas. Fue un anfitrión generoso y todo el mundo sabía que su ya gran fortuna seguía creciendo.

Algo similar pasó con Alex Saab. Es un operador financiero clave para Nicolás Maduro y sus asociados en todo el mundo. Saab comenzó con una pequeña empresa de camiones en Colombia, pero se mudó a Caracas y rápidamente se ganó la confianza de actores influyentes en la Revolución Bolivariana. Apoyándose en sus nuevos amigos, empezó a poner en marcha planes empresariales cada vez más ambiciosos.

Hasta donde sabemos, Alex Saab y Fat Leonard nunca se conocieron. Sin embargo, sus vidas están entrelazadas de maneras sorprendentes. Ambos entendieron que comprar barato y vender caro al gobierno es un camino seguro hacia la riqueza. Ambos también experimentaron los riesgos de este modelo de negocio: ambos terminaron en la cárcel como resultado de planes internacionales dignos de Hollywood. Pero la cosa se complica aún más: justo antes de la Navidad pasada, dos gobiernos con formas muy diferentes de abordar la corrupción intercambiaron ambas cosas.

Fat Leonard, a pesar de ser malayo, hizo su fortuna tejiendo una extensa red de corrupción dentro de la Marina estadounidense, sobornando a oficiales navales de alto rango con dinero, viajes, comidas y prostitutas. Alex Saab también lo consiguió. Según el gobierno estadounidense, Saab sacó ilícitamente unos 350 millones de dólares manipulando el régimen cambiario venezolano. Este es sólo uno de los casos documentados por el sistema de justicia estadounidense.

Y las sorpresas continúan: después de una serie de extraños enredos, ambos hombres terminaron bajo custodia del gobierno rival: el hombre que jugueteó con el tipo de cambio de Venezuela terminó en una cárcel estadounidense, mientras que el hombre que corrompió a oficiales de la Marina estadounidense fue encarcelado en Venezuela.

Saab fue detenido en Cabo Verde, una pequeña isla frente a la costa de África occidental donde había aterrizado el jet privado en el que viajaba para repostar combustible y luego continuar su vuelo desde Venezuela hacia Irán.

Nunca llegó allí.

El gobierno de Estados Unidos había pedido al gobierno de Cabo Verde que lo detuviera y lo extraditara. Washington estaba ansioso por interrogar a Saab sobre los miles de millones de dólares de dinero público que se evaporaron de la República Bolivariana de Venezuela. Cabo Verde se convirtió así en el escenario de un improbable tira y afloja diplomático entre Caracas y Washington.

Fat Leonard fue juzgado en Estados Unidos y se encontraba bajo arresto domiciliario en San Diego, California, a la espera del inicio de su pena de prisión. El juez había aceptado el arresto domiciliario con la condición de que Fat Leonard cubriera los gastos del equipo de seguridad que garantizaba que no escaparía.

Eso, por supuesto, fue exactamente lo que hizo. Se fugó y acabó en Caracas. Nicolás Maduro y sus asociados obviamente sabían lo útil que podría ser tener a Fat Leonard como moneda de cambio para un intercambio de prisioneros con Estados Unidos. Entonces lo metieron en la cárcel.

El gobierno estadounidense tenía detenido a uno de los operadores financieros más notorios de Maduro, mientras que el hombre fuerte venezolano tenía en prisión a la persona que sobornó a varios altos oficiales militares y a sus cómplices civiles. Pero ahí es donde termina el paralelismo: Estados Unidos quería que Fat Leonard lo encarcelara, mientras que Venezuela quería que Alex Saab lo liberara.

No se sabe por qué Saab le importa tanto a Maduro. Pero a juzgar por los inusuales esfuerzos dedicados a sacarlo, los secretos que Saab guarda para Maduro y el resto de la camarilla presidencial deben ser muy importantes.

Al final, los destinos de los dos personajes se cruzaron en el contexto de una negociación diplomática en Barbados, a través de la cual la comunidad internacional soñó, en vano, con revivir la democracia venezolana. Se mantuvieron conversaciones con la esperanza de conducir a una elección presidencial democrática tras un “intercambio de prisioneros”. Maduro hizo saber que el Gordo Leonard, junto con otros rehenes estadounidenses a cambio de Alex Saab, era la condición que haría viable el resto del acuerdo. Vale la pena apostar por el premio: unas elecciones presidenciales legítimas en Venezuela, decidió el presidente estadounidense Biden.

No sucedió. Si bien poco antes de la Navidad pasada se produjo el intercambio de prisioneros, en marzo de 2024 Maduro incumplió su promesa. Se ungió a sí mismo como candidato para unas próximas elecciones presidenciales que no fueron ni libres ni justas. Además, María Corina Machado, líder de la oposición y la política más popular del país, seguiría descalificada arbitrariamente para postularse.

Una vez más, Maduro se burló de los diplomáticos del Departamento de Estado que él y sus socios manipulan con tanta facilidad, así como de la Casa Blanca y de los servicios de inteligencia de Washington.

El acuerdo de Barbados fracasó. Pasará a la historia como una nota a pie de página que le costó a Leonard Glenn Francis muchos años de prisión y le dio a Alex Saab muchos años de libertad.

 

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