Elon Musk quiere insertarle a un ser humano un microprocesador en el cerebro

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Este año, once voluntarios pasarán por la mesa de operaciones para que un cirujano les retire un pedacito de cráneo y un robot les inserte un microprocesador del tamaño de una moneda: la idea es ayudar a enfermos tetrapléjicos, de ELA, de epilepsia… pero el plan del millonario Elon Musk va mucho más allá.

Se busca adulto joven, valiente y tetrapléjico (para este primer ensayo, pero si acaba bien habrá más y cualquiera podrá ser candidato, incluso si está sano). Misión: servir de conejillo de Indias para que se le implante un chip en el cerebro. Razón: Neuralink.

La empresa más controvertida y misteriosa de Elon Musk comienza los ensayos clínicos de un dispositivo neuronal que ha probado en monos, ovejas y cerdos. Se supone que el chip identifica los grupos de neuronas que se activan cuando una persona quiere mover sus brazos o piernas y ejecuta la orden; o descifra la palabra que está pensando y la dicta o escribe.

Su plan es realizar más de 22.000 de estas operaciones en el año 2030. «Los primeros cohetes de SpaceX (otra compañía de Musk) explotaron, pero esto no puede pasar con los cerebros», dice la directora

¿Estamos ante una revolución de la medicina o ante el comienzo de la era de los cíborgs? ¿O solo es la enésima aventura empresarial del hombre de negocios más imprevisible y visionario del siglo XXI? En fin, ¿cruzamos los dedos para desearle suerte o mejor nos santiguamos?

Decenas de voluntarios pasarán por la mesa de operaciones para que un cirujano les retire un pedacito de cráneo y un robot les inserte un microprocesador del tamaño de una moneda con 1024 electrodos, agrupados en cables muy finos que se conectarán a su corteza motora. Su función, de momento, será demostrar que el dispositivo es capaz de leer la actividad neurológica de esa persona y transmitir la información a una tableta.

Es solo el primer paso para transformar los pensamientos en comandos ejecutables por una computadora. La visión de Musk no se centra solo en ayudar a los enfermos; su plan es que media humanidad adopte este dispositivo. ¿Está usted dispuesto a ser el siguiente? Le explicamos la letra pequeña.

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Métodos cuestionados. Varios de los macacos que recibieron implantes fueron sacrificados por complicaciones tras la cirugía: quemaduras por el calentamiento de las baterías, hemorragias, trastornos de la conducta… Neuralink admitió errores, pero asegura haberlos subsanado y que los monos más espabilados ahora se entretienen jugando a videojuegos en los que mueven el cursor con sus mentes. La crisis de opinión pública —consideran en la empresa— parece superada.

Musk tiene el permiso de las autoridades sanitarias de Estados Unidos. Y hay aspirantes de sobra para someterse a la cirugía. El calendario es ambicioso: 11 operaciones este año, 27 el que viene, 80 en 2026, 400 en 2027… Así hasta superar las 22.200 anuales en 2030, informa Bloomberg Businessweek. Cierto es que los plazos poco realistas son típicos de Musk. De cumplirse, a estas alturas ya estaríamos en Marte… Pero tienen una doble función: por un lado, cautivar a los inversores (ya ha captado 500 millones); y, por otro, azuzar a sus ingenieros, a los que lleva con la lengua fuera.

Sus visitas al cuartel general en Fremont (California) son temibles. Según su biógrafo, Ashlee Vance, los arenga con argumentos como este: «Necesitamos llegar antes de que lo haga la inteligencia artificial. Hay que trabajar como si el mundo estuviera llegando a su fin, con un sentido maniático de la urgencia. ¡Como posesos!».

También le da tiempo a confraternizar. Con la directora de operaciones, la canadiense Shivon Zilis, tuvo una relación secreta que se destapó en 2022, cuando tuvieron mellizos (Musk es padre de once hijos y considera que el descenso de la natalidad es una amenaza existencial). Zilis, por cierto, ha dicho que Neuralink no puede permitirse fallar. «Los primeros tres cohetes de SpaceX (otra compañía de Musk) explotaron, pero eso no puede pasar con nuestros primeros tres cerebros».

Objetivo: adelantarse a la inteligencia artificial

¿A qué tanta prisa? Según Musk, hay que evitar que una superinteligencia artificial tome el control. Desde su fundación, en 2016, Neuralink tiene una doble agenda. Por una parte, ayudar a enfermos de parálisis, alzhéimer, epilepsia, esquizofrenia, ELA… Por otra, crear una nueva raza de seres híbridos, mitad humanos y mitad máquinas. «Esto sonará bastante extraño, pero en última instancia lograremos la simbiosis con la inteligencia artificial», aseguró Musk en 2019.

El objetivo final es que podamos descargar contenidos en nuestras mentes y subir nuestros pensamientos a la nube; o compartirlos directamente con otros cerebros, formando algo que podría definirse como federaciones telepáticas: fraternidades formadas por seres que se leerán mutuamente cada opinión, cada idea… Un escenario utópico para sus partidarios, pero donde los límites de la individualidad pueden quedar borrados para siempre. Donde habrá ejércitos cuyos soldados se comunicarán sin temor a que sus mensajes sean interceptados. Y donde gobiernos autoritarios podrán desplegar una Policía mental que no se detendrá ante la intimidad o incluso los sueños. Al menos, eso temen sus detractores.

El coste de la cirugía ronda los 10.000 dólares

Elon Musk ha dado a entender que habrá clínicas, pero también tiendas y centros comerciales, donde cualquiera podrá someterse a una operación de 15 minutos, ya totalmente robotizada, mientras deja el Tesla aparcado en la puerta con las baterías cargándose. Saldrá de allí convertido en un híbrido ‘tecnobiológico’, el nirvana transhumanista, después de una trepanación al estilo de los médicos egipcios, que abrían la cabeza de los faraones, sustituyendo el escalpelo y el martillo por una aguja y un láser que esquivan los vasos sanguíneos. Por ahora, el coste real de la cirugía ronda los 10.000 dólares, aunque Neuralink planea cobrar a las aseguradoras 40.000, según documentos dirigidos a los inversores.

Algunos opinan que Musk está diseñando el iPhone del futuro y que liberará nuestras manos, secuestradas por el móvil. ¿Quién necesita teclear si tiene el dispositivo en la sesera?

Vance, el biógrafo del magnate, señala la ambivalencia ética del ensayo. «Musk tiene ambiciones geopolíticas. Los gobiernos lo tratan como a un estadista. Pero es volátil. No es alguien que inspire confianza para un experimento que tiene connotaciones de control mental». Sin embargo, Neuralink ha captado tanta atención que ha acelerado la investigación médica, y los primeros beneficiarios serán personas a las que podría mejorar de manera casi milagrosa sus vidas: «Aquellos que han sufrido accidentes cerebrovasculares, que sufren parálisis, pérdida de audición y visión…», resume.

La competencia es feroz: Kernel, Synchron y Onward, sus grandes rivales, también están realizando ensayos de interfaces cerebro-ordenador. En el último año, 37 empresas relacionadas con esta tecnología han recaudado 560 millones de capital riesgo.

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El proceso del chip. El dispositivo Neuralink se coloca detrás de la oreja, pero los electrodos sí que deben introducirse en el cerebro.

Suena a ciencia ficción, pero solo hay que escuchar al neurólogo español Rafael Yuste –catedrático de Columbia e impulsor de los ‘neuroderechos’– para percatarse de que «el futuro de la humanidad se está decidiendo ahora».

Musk también es ambiguo sobre la verdadera naturaleza de su chip. El implante es coqueto; lleva estampado el logo de la compañía (una síntesis de la letra ‘N’ y el símbolo de infinito) y, aunque no se verá, dio órdenes para que el diseño fuera atractivo. La batería se disimula, además, bajo una gorra de béisbol personalizada. Algunos opinan que, en el fondo, lo que diseña Neuralink es el iPhone del futuro. Al fin y al cabo, la bipedestación liberó las manos de los homínidos, secuestradas ahora por el móvil. ¿Pero quién necesitará teclear, mirar a una pantalla o hablarle a un micrófono, incluso poner el manos libres, si lleva una centralita en la sesera?

ABC de España

 

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