Román Ibarra: La víspera de navidad

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Tal como hemos reseñado en otras oportunidades, el mundo sigue siendo casi en todas partes, una convulsión. No hay voluntad para la negociación y el entendimiento, sino para la imposición de la visión propia, sin atender los requerimientos de los demás, o del sentido común.

En este tiempo en el que por la celebración de la navidad, la sociedad occidental se dispone a conmemorar la llegada del niño Dios, es tiempo propicio para sugerir reflexión profunda y serena, acerca de cuáles han de ser los pasos que debemos transitar para que el mundo de un giro hacia el entendimiento, y con ello detener la voracidad bélica, por una parte, y por la otra propiciar soluciones prácticas y pacíficas a la multiplicidad de conflictos en pleno desarrollo.

Se trata de una tarea inmensa que requiere inteligencia; moderación; disposición al diálogo; reconocimiento de la idea de que en toda negociación hay mutuas y recíprocas concesiones, si se pretende llegar a acuerdos para avanzar.

Esa premisa es básica y debería surtir efectos en todos los escenarios, en los cuales hay conflictos; vale decir, en Ucrania; Yemen; Siria; la Franja de Gaza, pero también en los países donde, a pesar de la tirantez, por fortuna no se ha llegado al conflicto armado como el caso de Venezuela y Guyana por el reclamo del Esequibo. Instar a las partes controvertidas a seguir en la búsqueda de soluciones negociadas, en vez de la posibilidad de la guerra es mucho más auspicioso.

Estamos culminando un año que ha sido difícil en todo sentido, y nos aproximamos raudos, a un nuevo año que promete mayor conflictividad al menos en Venezuela, habida cuenta de que en el calendario electoral está previsto realizar la elección presidencial.

Ha habido avances en cuanto al desarrollo de los acuerdos de Barbados, firmados entre el gobierno del Presidente Maduro, y la oposición reunida en la plataforma unitaria, para liberar presos políticos, por una parte; y por la otra, intercambiar presos entre el gobierno venezolano y el norteamericano.

No todo el mundo está contento con ello, pero es la agenda que va marcando las necesidades de los bandos en disputa, por lo que hay que mantener la fe en los negociadores, y  auspiciar que continúen trabajando para el interés general.

Siguen vigentes las inhabilitaciones de  algunos ciudadanos, que ahora pueden acudir al Tribunal Supremo de Justicia, en vista de que la mesa de negociación y los acuerdos firmados, establecieron un procedimiento para que todos los afectados acudan a reclamar su derecho a la participación política sin cortapisas.

Queda en manos del poder judicial ahora la decisión, pero con suspicacia no pocos advierten cual  puede ser el resultado, en vista de que el gobierno ejerce control absoluto sobre  esa entidad: Hay que advertir, sin embargo; que el llanto opositor no tiene sentido, toda vez, que de su propia equivocación abstencionista se deriva el control férreo y total, que ejerce el oficialismo en todas las instancias de ese importante poder.

Seguiremos pecando de ingenuos, pero creemos firmemente en la necesidad de negociar  con el oficialismo, salidas que permitan la recuperación económica; social, política y espiritual de manera duradera, pero ello  requiere: reconocimiento; desprendimiento; pragmatismo, y mucha inteligencia para revertir los efectos arrolladores y macabros que se han instaurado en estos últimos 30 años de lamentables ejercicios gubernamentales.

Avanzar en la consecución de una fuerza unitaria y realista, capaz de discutir un programa de gobernabilidad mínimo o básico que todos acompañemos, y también –como no- una salida candidatural de transición, en caso  de que el TSJ responda negativamente los recursos intentados por los afectados.

De resto, nos queda pasar estas fiestas en la paz, y la alegría familiar, y rogar al redentor nos abra la inteligencia e imaginación para encontrar posibilidades a nuestros dramas sociales, con soluciones duraderas para tranquilidad y desarrollo de nuestros compatriotas. Amén.

@romanibarra

 

 

 

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