Tulio Monsalve: No me defiendas compadre

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Última frase que dirá la democracia al ser enterrada. Voz repetida, por millares de veces, y que las próximas “primarias” 2024, volverán a invocarla para dizque, defenderla. Cuando es solo un plan de merchandising en favor de preferencias partidarias.

Es concepto popular y multiuso. Ayer, casi me atropella en la avenida Miranda, un autobús identificado como el “Demócrata”. Todos nuestros pueblos tienen una calle con su nombre. Hay pocos términos de política que hallan sido tan manoseados. Sin embargo, hoy pido la defendamos. Y no permitamos un feminicidio. Parece un terminacho, de aquellos que nuestra publicidad usó en 1960: Glostora con Rubina, Colgate sin Tricloson o con Meridol. O un exabrupto “democracia con energía”.

El concepto de Heródoto tiene 523 años de uso. Vulgarizado, e injuriado, hoy sin confianza, cuando nadie puede demostrar su contenido racional. Se pretende confundir democracia con el derecho a voto. Barbarismo, sólo agrega confusión. ¿Cuál voto?, manual, digital, electrónico, whatsapp o instagram.

No está claro. ¿Lo aceptará el pueblo “de a pie”? ¿Lo creerá recurso de acceso al poder? Sabe, que desde 1960, no es real. Ni igualitaria. El ciudadano solo encuentra la parte más angosta del embudo, que reparte el maná, que habla la Biblia. Y nadie le explica por qué la democracia no le provee educación, vivienda, paz, salud.

Esto hay que dilucidarlo. Mostrar cómo la ecuación del poder sancionador y el control que ejerce en nuestra realidad geopolítica lo señaló desde 1823, al mostrar la estrategia retrógrada que el presidente Monroe decretó, como sino trágico: “América para los americanos”. Atavismo que 200 años después, aún nos sojuzga. Agreguemos, más que ideología, la noción de democracia, que origina la estrategia de Monroe, es un instrumento de legitimación de las estructuras arbitrarias y extraterritoriales de poder, dominación por leyes, fuerza militar y económica. Caja de Pandora de donde resurgen las pervertidas sanciones que padece Venezuela. Mark Malloch-Brown, del International Crisis Group, señala: “al enfrentar la creciente desilusión con el gobierno democrático y sus principios fundamentales, entre los más jóvenes implica restaurar la confianza en el sistema, que sí genera calles seguras, vivienda, mejor educación y servicios de salud; alimentos y energías a precios accesibles”. Defendámosla, aunque Eduardo Galeano, alerte: La democracia es un lujo del norte.

 

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