Luis Bravo: Saltó la liebre

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La sensatez política abrió una ventanita a la brisa fresca de los impostergables acuerdos que hay que lograr si queremos de verdad,  verdad, mitigar los efectos de la pandemia y abrir caminos para  evitar la violencia arrolladora. Sigamos ahora con el acuerdo para reparar el año escolar todavía vigente y abrir el próximo en septiembre-octubre. Colaboremos para un convenimiento que abra caminos a la recuperación institucional de la Universidad Venezolana. Ayudemos a poner la mesa para el acuerdo electoral. Tirar la toalla no es opción…

Cambio pequeño pero significativo, cuando sube la incidencia del CONVID-19,  en momentos en que se muestra un torbellino de hechos que lesionan  seriamente la convivencia social. Los números oficiales se acercan a los escenarios definidos por la Academia. Paradójicamente, urge intensificar el debate en torno a la necesidad de recuperar al Sistema Educativo Escolar (dos subsistemas) como opción educativa de privilegio para las mayorías hiper-empobrecidas por la depresión generalizada que vive el país.

No podemos tolerar que quede históricamente  impune la quema de la biblioteca de la UDO o el cierre técnico de los años escolares, en los hechos. No obstante,  todo lo anterior y mucho más pues la depresión nacional agudizada por lo que se ha señalado, aplasta cualquier optimismo respecto al futuro de la nación, es impostergable que incorporemos al debate nacional la necesidad de la vuelta a la institucionalidad educativa antes de que sea imposible cualquier opción para sacar la Educación de las mayorías de donde ya está.  La respuesta educativa no puede seguir confinada dentro del sistema patria.

Se desarrolla el espanto de la gasolina y la respuesta oficial discriminatoria entre los rojos rojitos (su fracción más corrupta) y los venezolanos que no tienen carnet de la patria.  Es la emergencia humanitaria  compleja que avanza empujada por la desidia oficial. Es la represión  y la brutalidad policial que estrecha cada vez más la posibilidad de un acuerdo político que facilite unas elecciones razonables. Es este teatro del absurdo que ha sido la forma como se gobierna la economía del país.  Es la ausencia de proyecto nacional que nos aleje del quiebre de la integridad territorial de la nación.

 

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