Cuando Hannah Arendt discernía sobre su célebre concepto de “la banalidad del mal”, escribió que “muchos malhechores son personas normales”. El ‘mal’ puede ser obra de gente corriente, “terriblemente y temiblemente normal”, afirmó. Creen, agregaba Arendt, filósofa política, que “participan en algo histórico, grandioso, único”. El sistema del que hablaba, era el criminal sistema nazi.
Guardando las diferencias y distancias de contexto, en ese grupo de personas ubico a Luis Arce Catacora, ex ministro de Economía del jefazo cocalero, Evo Morales presidente de Bolivia entre 2006-2019. El pasado 10 de noviembre, por múltiples factores, renunció, huyó y pidió refugio a sus pares ideológicos del Socialismo del Siglo XXI.
Aquel ex ministro, es hoy candidato de su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS) para las elecciones previstas del próximo 3 de mayo, hoy postergadas sin fecha, por la catástrofe de la pandemia del COVID 19.
Ese hombre normal realizaba ‘eficazmente’ su trabajo como ministro de Economía del ‘ex’ que quería partido único y el poder para toda la vida, vía dictadura electorera revestida de democracia, a la medida de la impostura populista: sin contrapesos jurídicos ni pensamiento crítico.
El corriente y normal exministro cumplía órdenes del líder cocalero presidente de Bolivia y, al mismo tiempo, de las poderosas 6 Federaciones del Trópico de Cochabamba, su Santuario. Ahí se cultiva la hoja de coca, materia prima de la cocaína, y se campea como Pedro por su casa, dicen, la cadena global capitalista del crimen organizado.
El candidato Arce Catacora, siendo ministro del ‘ex’, emitía cheques, pagaba en efectivo, o hacía transferencias bancarias a cuentas privadas. ¿También a paraísos fiscales? Así, despilfarró $us 340MM en los cerca de 13 años en los que manejó la riqueza y los recursos de Bolivia, merced a una viciosa estructura de corrupción, extorsión y saqueo en la administración y gestión públicas, en todos los poderes del Estado y también a empresas privadas. ¿Obediencia debida?
Cuando James Petras, intelectual de izquierda norteamericano se refiere a Morales, no deja dudas sobre su naturaleza como sindicalista devenido en político populista, extractivista, autoritario y autócrata. Petras pregunta ¿Cuántos líderes pueden proclamar un ‘Estado plurinacional’ y centralizar el poder político y la toma de decisiones económicas en las manos de una pequeña élite tecnocrática mestiza?
A esa élite pertenece Luis Arce Catacora. Un hombre normal. Tanto que no se inmuta por el daño causado a Bolivia, precisamente en el sensible tema de la salud que hoy desnuda sus apremiantes falencias ante el corona virus.
¿Sabe este hombre normal hoy candidato, la letal precariedad en que dejó a la salud pública? Nunca pensó comprar un acelerador lineal para tratar enfermos de cáncer. Había solo uno en Bolivia, adquirido por la gobernación de Santa Cruz. ¿Hospitales modernos, bien equipados, más ítems para médicos y especialistas, para personal de enfermería, de limpieza, respiradores, material de bioseguridad, entre otros? Cero al cociente. Nunca más apropiado recordar la sentencia de cocalero huido:“entregar un campo deportivo es mejor que un hospital.”
Producto de la bonanza de los hiperprecios de materias primas, que el país nunca tuvo en toda su historia, el ‘ex’ y suministro manejaron casi 6 (seis) veces más recursos que los gobiernos precedentes. Empero, “la población no tiene ni 6 veces más salud, ni 6 veces más educación”, de acuerdo el actual ministro de economía, José Luis Parada. Tampoco existe más trabajo productivo, estable, seguro y con cobertura social, pues entre 70 y 75 de la fuerza laboral sobrevive en la informalidad del día a día.
¿A quién o a quiénes entregó el normal Arce Catacora, $us 30 millones por adelantado para comprar las barcazas chinas, que jamás llegaron al país? Nunca atendió la petición del Padre Mateo para dotar a la salud pública el 10 % del Presupuesto General de la Nación. Pero autorizó un museo, en medio de la nada altiplánica, de $us 7 millones para el regodeo del ‘jefazo’. También pagó 32 mega obras, convertidas en elefantes blancos, hoy abandonadas, “que lloran en soledad”, según el ministro de Obras Públicas, Iván Arias. Otras no funcionan o son deficitarias.
El exministro era paladín el estatismo-centralista rampante, del llamado ‘milagro económico’ de Bolivia con datos falseados, infernal maquinaria de propaganda política que costó millones de dólares al país y descaradas mentiras, como fabricar enemigos internos y externos para enfervorizar a las masas en torno al líder cocalero, como si fuese el Mesíasredivivo.
Los fraudes discursivos del Arce Catacora tecnócrata, que deja cinco años de déficit fiscal y cuatro de déficit comercial, no le valen ahora como candidato del MAS. Ha dado consejos para afrontar la crisis económica que generaron él y sus mandantes, y que Bolivia vive y vivirá como su funesta herencia. Pretende elecciones ya, en medio del contagio expansivo del COVID 19, mientras su partido insta a boicotear la cuarentena y emergencia sanitaria decretada por la presidenta Jeanine Añez, a cambio de la prebenda clientelar de Bs. 150.
Tenía razón Hannah Arendt: “muchos malhechores son personas normales”. Como el candidato del MAS. Como su ‘jefazo’.