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Como José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles todos podemos emprender el camino de la santidad, dijo Antonio Larroca

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Así como el doctor José Gregorio Hernández y la Hermana Carmen Rendiles alcanzaron la santidad, cualquier católico con todas sus imperfecciones, siempre que viva en la gracia de Dios, puede ser santo.

Así lo manifiesta el sacerdote Antonio Larroca, de la Arquidiócesis de Barquisimeto, al ser entrevistado por El Impulso al tratar específicamente el caso de la fundadora de la Congregación Siervas de Jesús, institución que desde Venezuela se ha extendido a Colombia y España.

La Madre Carmen Rendiles Martínez, refiere nuestro entrevistado, es la tercera beata venezolana. Antes de ellas habían sido reconocidas por el Vaticano la Hermana María de San José (bautizada como Laura Evangelista, hija de Clemente Alvarado y Margarita Cardozo de Alvarado, nacida  el 25 de abril de 1.875 y fallecida el 2 de abril de 1967), fundadora de la Congregación Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús; y la Madre María Candelaria de San José (bautizada como Susana, hija de Francisco de Paula Paz Castillo y María del Rosario Ramírez, nacida en Altagracia de Orituco, estado Guárico, el 8 de agosto de 1863 y fallecida el 31 de enero de 1940 en Cumaná), fundadora de la Congregación Hermanas Carmelitas Venezolanas.

La Madre Carmen Rendiles Martínez (bautizada como María del Monte Carmelo, nacida el 11 de agosto de 1903 en Caracas y fallecida en la misma ciudad  el 9 de mayo de 1.977), fue la tercera de nueve hermanos e hija del matrimonio conformado por Rafael  Rendiles y Elena Martínez de Rendiles.

Creció y se formó en una familia con tradición religiosa arraigada, en la que le inculcaron el sentido del deber y el amor por el prójimo.

A pesar de venir al mundo sin su brazo izquierdo, quien llegó a ser la Madre Carmen creció con independencia y espíritu de liderazgo, dice el padre Larroca. Desde joven expresaba un profundo deseo de dedicar un profundo amor a Dios y el 25 de febrero de 1927, cuando contaba  24 años, se unió a la Congregación francesa Siervas de Jesús  en el Santísimo Sacramento.

El 8 de septiembre de 1.932 emitió los votos perpetuos que la hicieron desde entonces miembro de esta familia religiosa, prosigue nuestro entrevistado. Con tan solo 33 años, la Madre Carmen es nombrada Maestra de novicias y para 1947 fue designada  Superiora de la Casa Madre en Venezuela.

Cabe indicar que a partir de 1942, la Congregación había iniciado su labor educativa, estableciendo los Colegios Betania, Santa Ana, Belén y Nuestra Señora del Rosario. En el servicio que prestaban a varias parroquias, también contribuían con la elaboración de las hostias y  ornamentos litúrgicos. Y entre sus virtudes destacaba la pobreza.

En 1.965, la Madre Carmen fundó la Congregación en Venezuela, separándose de la comunidad francesa, para así adoptar su labor social a las necesidades del país.

Fue Superiora de su Congregación desde 1969 y era conocida por su autoridad, caridad y liderazgo.

Es de resaltar que como Superiora Provincial, la Madre Carmen se opone cuando el gobierno general de la Congregación en Francia, después del Concilio Vaticano II, decide establecerse como instituto secular, hecho que implicaba una transformación en el carisma fundacional.

Con firmeza la religiosa consulta a sus hermanas y al Episcopado venezolano y, con especial apoyo  de José Humberto Cardenal Quintero, inicia el proceso de separación de la comunidad francesa, que culminará en 1.965 con la constitución de una nueva Congregación religiosa que se llamaría en adelante “Siervas de Jesús” en Venezuela.

Como ya decía, en 1969 es designada Superiora General, cargo que desempeñó con autoridad, pero con mucha caridad. Con el paso de los años, la Madre Carmen enriqueció su naturaleza humana, siempre confiada en la gracia de Dios y logró transmitir este ejemplo a todas las Siervas de Jesús.

El 9 de mayo de 1977, poco después de haber cumplido 50 años de vida religiosa,  la Madre Carmen muere en Caracas en olor de santidad.

El proceso para su beatificación se inicia en Caracas el 9 de marzo de 1.995 y 18 años después, el 5 de julio de 2013, el Papa Francisco  la declaró Venerable de la  Iglesia al reconocer que ejerció las virtudes cristianas en grado heroico.

El 18 de diciembre de 2017 la Santa Sede aprobó un milagro ocurrido por intercesión de la Madre Carmen, que sanó el brazo derecho de la doctora Trinette Durán de Branger.

Ese milagro permitió convertirla  en la tercera beata de Venezuela, el 16 de junio de 2.018, en ceremonia celebrada en el Estadio Universitario de Caracas, presidida por el enviado del Papa Francisco, el Cardenal Angelo  Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos.

Y el pasado domingo 19 de octubre fue canonizada en el Vaticanopor el Papa León XIV, el mismo día en que también fue canonizado el doctor José Gregorio Hernández Cisneros.

¿Es posible ser santo hoy en día?, le preguntamos al padre Larroca

La santidad es posible hoy en día y, en realidad,   debe ser tu  mayor aspiración.

¿Cómo?

Ser santo es participar de la santidad de Dios.  Nuestro Padre nos creó para ser santos. Dios nos ha llamado y nos capacita a todos para ser santos. Nos ha dicho: Sean santos porque yo, el Señor, soy santo. Cito a Levítico 19:2 y de San Mateo 5:48.

Entonces, ¿puede cualquier católico lograr la santidad?

Cristo vino al mundo para ser posible nuestra santidad. Es por eso que en el Nuevo Testamento se le llama santo a los cristianos. Recordemos la carta de Pablo a los corintios, a los romanos la carta de Pedro. Son santos sólo si viven su fin. Los santos del Cielo murieron en gracia de Dios.  Su santidad comenzó en la Tierra. Los santos han entregado su vida a causa de nuestro Señor Jesucristo, como lo recuerda el libro de Los hechos de los apóstoles.  Los hombres perdimos la vida de gracia al apartarnos de Dios por el pecado, pero Jesucristo nos reconcilió con el Padre muriendo por nosotros  en la cruz. La Iglesia es una gran familia en la que Dios es el Padre, Jesús el Hermano y el Espíritu Santo es el santificador     que comunica amor entre los miembros,  de tal manera que aunque no lo hemos visto podemos llegar a conocer  y amar mucho  a los santos.  Ellos nos enseñan bien a interceder por  nosotros. La bienaventurada Virgen María es la  madre  de la familia santa: la Iglesia. El Papa Benedicto XVI en la Solemnidad de Todos los Santos   en el 2007 dijo que todos los seres humanos estamos llamados a la   santidad, que en última instancia consiste en vivir como hijos de Dios   en esa   semejanza a él, según la cual  han sido  creados. A veces creemos que para ser santos tenemos que ser perfectos y que es una realidad inalcanzable con toda nuestras flaquezas y defectos.

¿Cómo explica eso de que no hay que ser perfectos?

Los santos no son personas que nunca han cometido errores o pecados, sino quienes se arrepienten y se reconcilian. Por tanto, también  entre los santos se dan contrastes, discordias, controversias. Son personas como nosotros, con problemas complicados. La santidad  crece con la capacidad de conversión, arrepentimiento, de disponibilidad para volver a comenzar, sobre todo con la capacidad de reconciliación y de perdón. Y  todos podemos emprender este camino de santidad como lo dijo el Papa Benedicto XVI el 31 de enero del 2007. La Biblia nos exhorta a seguir el ejemplo de los santos. La Iglesia continúa esa tradición y reconoce la santidad después de un largo y cuidadoso   proceso, en el que se examina la vida de los candidatos. San José Gregorio

Pacífico Sánchez – El Impulso

 

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