Estimados amigos:
Celebro leer esta crónica (un tanto larga) de Eligio Damas sobre un tópico de mi predilección: la educación, esta vez dirigida a la educación en los oficios, artesanal, la cual fue promovida por el gobierno de AD/Betancourt a través del INCE, creado en 1959 gracias a la iniciativa de Luis Beltrán Prieto Figueroa.
En primer lugar debo decir que la bella iniciativa del INCE tuvo antecedentes en Venezuela, ya que los colegios salesianos y de otros grupos religiosos le dieron a la educación artesanal un gran impulso, desde los años 30 y 40, desde el sector privado de la educación.
No creo justo hablar de una separación de filosofías educativas entre el sector privado y el sector público, ya que considero tal intento como un clivaje artificial generado por la actividad politiquera en el sector educativo.
Celebro también que esta crónica de mi amigo Eligio haga posible que este tema tan importante sea abierto a los sectores que no comparten la ideología/métodos de gobierno del chavismo/madurismo de los últimos 25 años. Lo celebro porque fui sucesivamente un empleado- técnico – gerente – ejecutivo de la industria petrolera venezolana, desde 1955 hasta mi salida, casi 27 años después, en 1981, período que cubrió tanto la etapa concesionaria como la etapa nacionalizada. Durante toda mi carrera, en estos 27 años, tuve la oportunidad de ver como el INCE fue apoyado, motorizado, por las empresas petroleras, tanto las concesionarias como PDVSA, hasta que llegó el sr. Chávez y convirtió ese organismo en un centro de adoctrinamiento político. Hoy, ustedes saben el desastre que existe en Venezuela, en todos los órdenes, aún quienes cierren tercamente los ojos.
Es de fundamental importancia que los grandes idealistas de la izquierda venezolana se hagan los profundos exámenes de conciencia que este escrito de Damas sugiere, aunque aun tímidamente, si se me permite ser provocativo.
Por lo pronto, celebro esta oportunidad de llegarle a compatriotas a quienes no puedo llegarles “legalmente”, porque APORREA mantiene una política estalinista contra todo lo que no sea de su agrado, lo cual es – sin dudas – una muestra de extrema debilidad,
Con mis mejores saludos,
Gustavo Coronel