Regalo musical
¿Quién no recuerda a la orquesta Aragón y El Bodeguero? Me transportan a los carnavales de Maracaibo de 1956. La reina del carnaval de la ciudad era mi querida Marianela. Yo sería eventualmente su príncipe consorte por 62 años.
Los bailes se llevaban a cabo en los clubes Alianza, Náutico Y Comercio, cuatro noches seguidas, con orquestas como la de Luis Alcaraz y la Aragón, si recuerdo bien.
Marianela I, junto a dos de sus damas de honor, 1956
Oír a la orquesta Aragón aquí:
Mi programa de radio de los jueves, en la emisora Costadelsol93.1fm.org en Güiria.
En mi segundo programa por esta estación, los cuales serán todos los jueves, hago una denuncia más sobre el crimen cometido en contra de PDVSA y la nación venezolana por Hugo Chávez Frías y Rafael Ramírez Carreño. Lo que aquí digo está tomado de fuentes públicas, como noticia criminis, así como de nuestras propias investigaciones. Estos inmensos crímenes no deben quedar impunes
Enlace para oír el programa: Programa de opinión – Gustavo Coronel – jueves 2023-09-07
La resistencia ante la transición energética recuerda a la resistencia contra el automovil de hace 110 años.
La llegada del automóvil en 1910 encontró una feroz resistencia por parte de quienes pensaban que ello traería ruina y muerte a los Estados Unidos. No existían carreteras como tal, nada de señales de tránsito, mapas o algo parecido. Los primeros autos se accidentaban con frecuencia. Los caballos se espantaban y la gente corría despavorida al verlos llegar. El ruido que hacían era odioso para muchos. En algunos estados exigían que alguien corriera frente al auto con una bandera roja en la mano, para alertar a la gente, lo cual iba contra el propósito de andar más rápido que un coche tirado por caballos. Llamaban a los autos los “vagones de satán”. En 1911 se crearon Sociedades anti-automóviles y sus miembros exigían que el conductor llevara cohetes para alertar a la gente de su cercanía Si encontraban un caballo, el auto debía parar y ponerse a un lado del camino.
Por supuesto, hoy día los nietos de los miembros de aquellas sociedades anti – automóviles andan hoy en auto, aunque esta vez su actitud de desconfianza se concentra en los autos eléctricos, de la misma manera que sienten desconfianza de la vacuna contra vacunarse el COVID. Mucha gente ve hoy la llegada de la energía renovable con desconfianza, acostumbrados como están a depender del petróleo y el gas. Consideran que la llamada transición energética es un engaño y un peligro. Recuerda esta actitud a la de los médicos colegas de Ignacio Luis Semmelweis,1818-1865, cuando este comenzó a pedir a sus colegas que se lavaran las manos antes de atender un parto. Sus colegas se sintieron ofendidos por su exigencia y lo expulsaron del hospital, hasta que se comprobó que lavarse las manos minimizaba la mortalidad de las mujeres que daban a luz. Las mujeres ya se habían dado cuenta de esto y por ello se negaban a ir al hospital a dar a luz y lo hacían en sus casas, atendidas por comadronas quienes si se lavaban las manos.
La verdad es que todo cambio genera resistencia. Sin embargo, a pesar de ello la transición avanza.
Biden, Trump, Mcconnell, Feinstein, Santos: El irresponsable apego al poder
Lo que estamos viendo en la política estadounidense es una lamentable exhibición de irresponsabilidad por parte de individuos quienes anteponen sus ambiciones de poder al bienestar de la nación. Un debilitado Joseph Biden, ya con claras muestras de senilidad, pretende ser presidente de la nación por otro período, al cabo del cual tendría 86 años. Pretender ocupar esta posición de presidente de USA, la cual representa al mismo tiempo el liderazgo de una buena parte del mundo, a una edad en la cual se han perdido condiciones físicas y mentales para llevar a cabo esta inmensa tarea es – en mi opinión – un acto de gran irresponsabilidad.
Trump es aún más irresponsable, al tratar de repetir como presidente de los estados Unidos, mientras enfrenta múltiples juicios en tribunales por abuso sexual (ya declarado culpable), por fraude financiero (ya su director de finanzas fue declarado culpable), por incitar al asalto del congreso (ya sus partidarios han sido encontrado culpables y sentenciados a largos años de prisión) y, en el estado de Georgia, por liderar una pandilla de 19 miembros (Racketeering), la cual está acusada de actuar de manera concertada para alterar los resultados electorales presidenciales de 2019.
Irresponsables son también Mitch McConnell, quien es el líder del partido republicano en el congreso, quien ha sufrid dos episodios de pérdida del habla en público y la senadora por California Diane Feinstein, demócrata, al insistir en permanecer activos a pesar de que uno tiene serios problemas neurológicos y la otra tiene señales claras de Alzheimer.
Irresponsable es George Santos, quien llegó al congreso como representante republicano por el estado de Nuevo York, fabricando sus credenciales, poseyendo un record criminal y envuelto en fraudes de mediana cuantía, es decir, un verdadero hampón. Santos aún está en el congreso, protegido por Kevin McCarthy, “speaker of the Hiouse” del partido republicano, a fin de mantener la mayoría de ese partid en la cámara de representantes, un evidente acto de corrupción.
¿Haití, más allá de la salvación?
La inminente llegada de contingentes armados de Kenia a Haití, apenas unos 1600 efectivos policiales, no logrará hacer el trabajo de restaurar la estabilidad política y social en ese país. A lo sumo, podrá reprimir la violencia desatada que ha cobrado numerosas vidas y mantiene a la población en estado de terror. Bajaría la fiebre sin curar la causa de la fiebre y ella volverá en el momento en el cual las fuerzas policiales africanas regresen a su país.
¿Puede Haití llegar a ser un país viable? En algún momento de su historia lo fue pero ya tiene largos años de haber perdido el rumbo. ¿Tendrá alguna manera de reencontrarlo? Somos pesimistas, porque la solución de raíz es la creación de un país de ciudadanos y para ello casi habría que comenzar desde cero con una labor de educación masiva de la población, comenzando por los niños, con la esperanza de crear en una o dos generaciones una masa crítica de buenos ciudadanos activos. En Venezuela tenemos un problema similar, el cual se está acercando peligrosamente al nivel de Haití, llevando progresivamente a nuestro país a la condición de estado fallido y forajido.
¿Podría colocarse Haití, por decisión propia de sus habitantes, bajo la tutela de un país como Canadá por un período de, digamos, unos 40- 50 años?
Dudamos que el orgullo nacionalista que anida en cada país del mundo lo permita, pero ello pudiera representar una vía para la transformación social que será necesaria. De lo contrario habría que pensar que Haití sería uno de los países condenados a la inviabilidad.
En Venezuela aceptar como obligante la inhabilitación de miembros de la oposición es arrodillarse y entregarse a un régimen mediocre y corrupto. Ello da una triste medida de nuestro liderazgo
Cuando hablo de liderazgo me refiero a quienes pretenden guiarnos en el campo político, pero también en el campo social, económico y financiero, es decir, todo el ámbito de la sociedad civil. En lo político escuchamos a Henrique Capriles, Manuel Rosales, Víctor Álvarez y algunos otros que los venezolanos han dado en llamar alacranes, hablar de la necesidad de acatar las decisiones del régimen sobre inhabilitaciones y garantizar a sus miembros una salida “honorable”, como si los miembros del régimen se merecieran tal salida honorable. En lo empresarial oímos a Adán Célis, presidente de Fedecámaras, hablar de la necesidad de cooperar con el gobierno. Algunos de estos líderes aceptan públicamente que si el régimen inhabilita al candidato de la oposición A, entonces debe reemplazarlo con B o con C, hasta que se llegue a un N que si le guste al régimen. Esta actitud es entreguista y cobarde. Así no podremos liberarnos jamás de las mafias criminales que han arruinado al país.
Hay que insurgir en contra de esta vagabundería, la cual está apoyada por no más de un cogollo infecto de unos 500 civiles y militares, ladrones, narcos y lavadores de dinero quienes se aferran desesperadamente al poder para no ir a la cárcel.