Isabel Pereira Pizani: Javier Milei, Tom Cruise y MCM

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A veces hay que agudizar el olfato para entender que pasa frente a nuestros ojos, en el mundo que vivimos pero que pocas veces comprendemos. Esta sensación se aposenta cuando vemos a seres humanos rompiendo convenciones y apostando por aquello que creen en un afán de transformar la realidad, acercarla a lo que creen que debe ser.

En esta sucesión aparecen varias notorias figuras como la de Javier Milei, un hombre sólo, sin partido, sin fortunas misteriosas que lo respalden. Aparece en el escenario austral y realiza la performance histórica de vencer a un peronismo que parecía estar incrustado en el ADN de los argentinos. Perón y Evita eran como entrar en el mundo mágico de esa poderosa nación, de la cual dicen que habla italiano en español. Milei vence al peronismo que se eternizaba en la política argentina durante cerca de 70 años, con el poder de sus ideas y palabras prácticamente sin ninguna corporación atrás, se lanza en pleno desafío a la institucionalidad argentina dominante.

Los liberales que se consideran más puros lo ven con recelo pues no tiene límites, anuncia lo que hará y lo que quizás no podrá hacer, traspasa todas las fronteras y con ello despierta a los argentinos de la larga modorra peronistas. Bravo por Milei, hasta las exageraciones podemos perdonarle.

Axel Kayser plantea que el éxito de Milei permite concluir que cuando los problemas que aquejan a la ciudadanía son graves, ni las formas ni el fondo pueden ser moderados.

“Milei jamás cedió en los principios, nunca se acomodó al discurso de moda por agradar al poder, ni permitió que se le silenciara. Por sobre todo resistió con firmeza el frívolo discurso de superioridad moral de la izquierda que tanto sedujo a miembros de la oposición”.

Axel  asevera que “a pesar de haber sido descalificado de extremo y loco por sus posturas, Milei se mantuvo firme, convencido de defender la libertad aun si le hubiera tocado ser el último hombre que quedara sobre la tierra cumpliendo esa tarea”.

En la misma onda encontramos una inexplicable noticia referida a una de las más grandes estrellas de Hollywood: Tom Cruise, quien desafío los protocolos de Hollywood y se atrevió a  librar una guerra de un solo hombre contra el sexismo y el racismo en la industria del cine al arrojarse a  devolver uno de los premios más deseables de la meca del cine. Tom Cruise actuó como ser humano, mostró que no tiene miedo de defender algo que cree que es correcto, incluso si eso significa renunciar al sueño de miles de otros actores. En 2021, eso es exactamente lo que hizo Cruise a pesar del mero simbolismo de sus acciones: mostró al mundo lo que defendía y a lo que se oponía.

Cualquier lector burlonamente podría decir, él devuelve los premios por que tiene el suficiente poder en Hollywood para desafiar y mostrar su desacuerdo con una institución que ha ejercido un poder excluyente en el seno de la industria del cine. “La Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood, también conocida como HFPA, otorga prestigiosos premios, Globos de Oro, pero también es conocida por sus políticas increíblemente insensibles. La HFPA tiene una larga historia de evitar específicamente a las personas de color y otras minorías, y las preguntas que sus miembros hacen a los actores en los eventos de prensa a menudo son sexistas y racistas”.

Quizás es cierto, Cruise no sufrirá las consecuencias de sus acciones, no sólo devolvió una estatuilla, regresó tres, obtenidas por sus mejores películas. “El actor devolvió sus tres Globos de Oro a la HFPA y mostró su desprecio por las cuestionables políticas de la Asociación. Si bien los Globos del actor simbolizaban las etapas de su larga y fructífera carrera (los recibió por Jerry MaguireMagnolia y Born on the Fourth of July)”, Cruise mostró al mundo lo que creía, y lo que negaba, nada lo obligaba a hacerlo, solo quizás la angustia existencial que albergaba como cualquier ser humano, con poder o sin poder.

Siempre que se confrontan actos personales de esta naturaleza se reaviva la confianza en el poder del individuo responsable, aquel que es capaz de desafiar todas las convenciones para armonizar su propio ser con el mundo que lo rodea.

Esta es la misma pelea que vemos día a día enfrentando María Corina, contra viento, marea, amenazas, sanciones e inhabilitaciones traídas por los cabellos. Esta mujer sigue adelante, aunque el tenaz Diosdado le recuerde incansablemente, cada minuto, que aunque gane, sus torcidas leyes no le permitirán participar en la contienda por la presidencia.

El acto trascendente de MCM es recorrer el país y mostrar que es una fuerza, que está viva, que las alcabalas no pueden pararla, que los militares encargados de detenerla oyen sus palabras se callan, la dejan pasar y piensan. No es un partido solamente, es una energía que reaviva al país.

Esta acción de MCM muestra sin duda alguna que es una fuerza poderosa y viva, que las personas que asisten a sus actos encuentran alguien en quién creer, no les importa las amenazas de inhabilitación, la represión que ejerce el gobierno a posteriori con todos los ciudadanos, mujeres, hombres que han concurrido a su llamado, han escuchado sus palabras y sienten que alguien los está escuchando. Al fin alguien oye a la gente en esta sequía de más de dos décadas.

No puedo menos que sentir regocijo ante estos actos de valor, de estos personajes en sus distintos ámbitos de vida, aunque pueda parecer cursi, la importancia de saber que están actuando según su conciencia, desafiando lo establecido, su dimensión ética les conmina a actuar según sus ideales. No es una pazguatada frívola ver a estos personajes sentando pautas sobre lo que significa ser un ser humano responsable consigo mismo y con los otros. Nadie los obliga, es su pura condición moral lo que mueve a saltar a la palestra.

Milei podrá excederse, anunciar objetivos muchos incumplibles, pero lo que es cierto es que los argentinos que votaron por él se sintieron libres después de una larga opresión de décadas. “A pesar de haber sido descalificado de extremo y loco por sus posturas, Milei se mantuvo firme, convencido de defender la libertad aun si le hubiera tocado ser el último hombre que quedara sobre la tierra cumpliendo esa tarea”.

Axel Kayser argumenta que Milei no es un populista “si bien el discurso del candidato es antiestablishment, sus propuestas están dentro de la institucionalidad, por un lado, pero por otro pretenden y buscan corregir con seriedad y responsabilidad técnica, aunque sean ambiciosas, las deficiencias y problemas que existen, entonces no es que hará cualquier locura”.

 

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