Un nuevo logro en la generación energética con la fusión nuclear anunciado en diciembre por científicos del Laboratorio Nacional Lawrence Libermore, adscrito al Ministerio de Energía de Estados Unidos, consiste en forzar mediante muy fuerte presiones y elevadas temperaturas que pares de átomos ligeros se fusionen, lo que libera mucha energía, y en esta ocasión se ha conseguido por primera vez que la energía producida supere la cantidad aplicada para lograr la fusión nuclear, con la ventaja adicional que en dicho proceso sólo se generan pequeñas cantidades de desechos radioactivos y de muy corta vida. Ademas de este proyecto, están en marcha el llamado proyecto ITER que se está desarrollando en el sur de Francia con la participación mayoritaria de la Unión Europea para la fusión nuclear comercial, y otro importante desarrollo impulsado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts y la empresa Commonwealth Fusión System para la construcción del SPARK, un prototipo de fusión nuclear mediante confinamiento magnético que cuenta con el apoyo financiero de Bill Gates y Jeff Bezos, con la meta de tener operativo dicho prototipo para 2025.
Conviene resaltar que la fusión nuclear como fuente de energía supera ventajosamente al proceso de fisión nuclear aplicado en la actualidad en las centrales nucleares como la tecnología atómica en uso y en la que átomos pesados se separan generando grandes cantidades de desechos de larga vida y muy peligrosos por sus efectos radioactivos. Por ello al lograrse el desarrollo comercial de la energía atomica de fusión se estará aportando una gran contribución como energía limpia a la lucha contra el cambio climático y sin la generación de residuos radioactivos de larga duración.
Otro avance importante para el desarrollo de energías limpias fue anunciado igualmente el mes pasado, se refiere a la decisión de países de la Unión Europea de avanzar con el llamado proyecto SOLARIS de la Agencia Espacial Europea (ESA), cuyo objetivo será la captación de energía solar del espacio, mediante satélites de órbita geoestacionaria que pueden recibir la energía solar durante las 24 horas del día, para lo cual se estima que un solo satélite será capaz de generar 2 GW, es decir energía para más de un millón de hogares. Este esfuerzo responde a la necesidad de disminuir y quizás reemplazar la dependencia del gas y el petróleo ruso cuyas riesgos geoestrategicos se han puesto en evidencia durante el conflicto bélico que aún persiste, provocado por la cruel invasión rusa a Ucrania. En todo caso se estima que la decisión final sobre el posible desarrollo comercial de esta energía se adoptará en 2025.
Estos avances para generar fuentes energéticas renovables y no contaminantes, además de los otros procesos que ya se están aplicando a nivel comercial para la generación termoeléctrica y de energía eólica, representan opciones válidas para el reemplazo de los hidrocarburos como fuente energética, en un tiempo que los expertos estiman en no más de tres decadas. Cuando ese logro se concrete sus repercusiones geoestrategicas definirán una nueva era en la historia de la humanidad y el impacto económico y político se hará sentir con mayor énfasis en países petroleros que disponen de grandes reservas de hidrocarburos, pero que dependen fundamentalmente de las exportaciones de ese recurso, por lo que presentan un frágil futuro para su desarrollo, y la mayoría de los cuales son gobernados por regímenes totalitarios, violadores de los derechos humanos.
En el caso de Venezuela -el país con las mayores reservas mundiales de petróleo-, ha sido muy controversial la historia de la era petrolera que el país ha vivido por cerca de quince décadas, bajo un esquema fundamentalmente rentista que ha marcado el desarrollo nacional con cuestionable impacto en el ámbito económico, político y social. Y quizás las dos personalidades que más debate han generado por sus críticas apreciaciones sobre el desarrollo de la industria petrolera nacional y su impacto en el destino del país han sido Juan Pablo Pérez Alfonzo y Arturo Uslar Pietri.
Cabe destacar que las polémicas apreciaciones de estas dos notables críticos sobre el manejo estatal del negocio petrolero se fundamentaban originalmente en la creencia del posible agotamiento en pocas décadas de nuestras reservas petroleras y no en los cambios en la geopolítica energética que se están visualizando en la actualidad.
Pérez Alfonzo -cofundador de la OPEP-, en la década de los años 60 y 70 del siglo pasado promovía la tesis conservadora del desarrollo petrolero, con el llamado a no más concesiones para limitar la producción por el nocivo efecto que, según él, podía producir el exceso de las divisas derivadas de las exportaciones de hidrocarburos sobre la realidad nacional, generando el facilísmo, la promoción de ambiciosos programas y la descomposición socioeconómica. Fue lo que él llamó “el efecto Venezuela” para resaltar las consecuencias que el manejo rentista y el despilfarro del ingreso petrolero podía producir incentivando los excesos del presidencialismo, la corrupción en la vida pública y administrativa y la excesiva dependencia de condicionantes externas en el ámbito económico que atentaba contra el desarrollo nacional autónomo, lo que llevaría el país a la ruina al agotarse el petroleo.
Arturo Uslar Pietri fue un permanente observador de la evolución de nuestra economía petrolera desde que el petroleo pasó a marcar una influencia determinante en la vida nacional. Por ello, en 14 de julio de1936, quien con el tiempo repuntara como uno de los intelectuales más notables del siglo pasado, lanzó en un editorial del diario Ahora, que para entonces se publicaba en Caracas, su emblemática consigna de “Sembrar el Petróleo”para resaltar la necesidad de invertir los ingresos petroleros en la diversificación de la economía, consigna que fue recurrente prédica, a lo largo de su fructífera existencia. Al contrario de Pérez Alfonzo, Uslar Pietri proponia el incremento de la producción petrolera pero con objetivos de utilizar fundamentalmente esos recursos en inversiones que promovieran una economía productiva y competitiva como única garantía de asegurar el futuro del país. Y en las décadas de los años 80 y 90, ante el surgimiento de las nuevas realidades globales que empezaban a configurar la sociedad de la información y del conocimiento, el anciano intelectual y político llamaba a sembrar el petróleo en educación y advertía sobre la perentoria necesidad de romper con la cultura parasitaria para administrar con sensatez la inmensa riqueza generada por las exportaciones petroleras y disminuir así la peligrosa dependencia de un recurso agotable, impulsando una economía diversificada y competitiva.
Las advertencias constantes sobre los efectos perversos del rentismo petrolero han tenido eco internacional en otros estudiosos de nuestro proceso económico y politico, tales como Michael Coppedge, quien como investigador del Programa de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de John Hopkins hace más de 20 años señalaba que “…no hay otro país en Latinoamerica que haya experimentado los extremos de abundancia y escasez y las tentaciones de corrupción que el rentismo ha generado en Venezuela. Ninguno ha desarrollado la partidocracia a los extremos que ha alcanzado en Venezuela…” Todo lo cual según él, le había conferido a las cúpulas politico-partidistas una prominencia determinante para resolver las crisis, lo que explicaba los problemas del clientelismo, el paternalismo y el populismo que tanto daño le han hecho al desarrollo nacional. (1)
A pesar de las recurrentes críticas señalando los peligros del manejo rentista del ingreso petróleo hay que reconocer que, al menos durante los primeras cuatro décadas de nuestro régimen democrático, Venezuela tuvo importantes avances; sin embargo los efectos perversos del rentismo no han permitido aún sentar las bases de una economía diversificada que asegure el desarrollo humano sustentable y una democracia de ciudadanos deslastrada de los vicios del populismo, el clientelismo político y la corrupción, lo que ha conducido al país a la grave situación de deterioro político, económico, social y ético que se ha profundizado en las últimas dos decadas, como lo confirma la diáspora de más de seis millones de venezolanos que han dejado el pais en angustiosa búsqueda de mejores condiciones de vida en otras patrias.
Los nuevos avances hacia la incorporación de fuentes energéticas limpias y renovables dan señales claras del agotamiento de la era del petróleo. Recordar que los cambios epocales cada vez toman tiempos más cortos para generarse. Así, mientras que transcurrieron más de 100 años para el tránsito desde el comienzo de la revolución industrial a la incorporación masiva del ferrocarril y las máquinas de vapor, la evolución de la época marcada por el surgimiento del motor de combustión interna y los primeros automóviles hasta el desarrollo de la aviación y la electrónica tomó apenas 90 años; y en solo 3 décadas se han logrado importantes avances con la masificación del uso del internet y las nuevas tecnologías de información y comunicaciones. Ahora se estima que el nuevo cambio epocal que ya está en evolución podrá concretarse en cerca de 25 años con el incremento de la robótica, los drones, nuevos patrones de producción y consumo y la masiva incorporación de energías limpias para el reemplazo de fuentes contaminantes, como los hidrocarburos, en respuesta a la perentoria necesidad de combatir el cambio climático,
Se impone entonces, como mandato impostergable, el heroico empeño de superar las miserias de la politiquería y la dramática orfandad de liderazgo político que sufre el pais para, con visión patriótica y de largo plazo, promover los concensos necesarios a fin de asegurar, en democracia, la construcción de la nueva Venezuela que, apoyada en su recurso más valioso que deben ser los venezolanos bien formados y con una solida conciencia cívica y responsabilidad social, pueda incorporarse exitosamente en el contexto de las nuevas realidades globales.
Las cortas decadas pendientes de vida petrolera deben aprovecharse al máximo, con una gestión no estatista ni rentista de ese recurso como apoyo para impulsar la nueva economía que responda a las realidades de la posmodernidad, con una sociedad de ciudadanos con elevados activos de capital social, logrados mediante audaces reformas de nuestro sistema educativo en todos sus niveles y en las que, además de impulsar la capacidad emprendedora, la creatividad intelectual y la responsabilidad social en el complejo entorno global y de la cibereconomia, incorpore la pedagogía de educación en valores, la práctica de la ética, el sano ejercicio de la política y del desempeño democrático.
Para ese logro necesario debemos rescatar, como lo planteaba Augusto Mijares, “lo afirmativo del venezolano” y fortalecer nuestra autoestima para emprender, con urgencia, entusiasmo y amor patriótico, el esfuerzo colectivo de la construcción del país progresista y solidario al que todos tenemos derecho y que debe ser la patria democrática y soberana de las nuevas generaciones de venezolanos. Ese histórico logro de la Venezuela post petrolera nos hará recordar la premonitoria advertencia del Jeque Ahmed Zaki Yamani (30/1930-23/2/2021), el más notable ministro en la historia de la OPEP, cuando hace más de dos decadas sentenciaba que La Edad de Piedra no terminó por la falta de piedras y la edad del petróleo terminará mucho antes que el mundo se quede sin petróleo.