Isabel Pereira Pizani: La guerra contra el maestro

Compartir

 

Las cosas más terribles a veces se deslizan en nuestras vidas silenciosamente, sin aspavientos. Esto ocurre con la tragedia educativa en Venezuela, se trata de la anulación de las oportunidades de las nuevas generaciones de aprender y con esa esa base construir su proyecto de vida. El régimen toma decisiones que sin duda alguna van a marcar la existencia y las oportunidades de todos los que deberían estar en aulas con maestros y profesores aprendiendo, definiendo sus vocaciones, preparándose para ingresar en el ejercicio de una ciudadanía activa en el mundo del trabajo, en su capacidad para generar riquezas, innovar, contribuir con la visión insustituible que aporta cada ser humano.

Resulta que este corredor se está estrechando criminalmente, las señales son fuertes, aunque no queramos verlas. La primera diría que es la aceptación en la normativa laboral referida a la remuneración de los maestros, de la categoría difusa de “no-docentes” como sustitutos de los maestros que deberían haberse formado en escuelas normales y pedagógicas, sitios de aprendizaje sobre cómo enseñar. En efecto, en la propuesta salarial para los maestros se señalan dos categorías distintas, los docentes y los no-docentes. Esta última categoría es totalmente contradictoria, se califica como no-docente a todos los que no son docentes pero que ejercen funciones como si lo fueran. Es algo como decir que pueden ejercer como médicos una categoría de no-médicos, resta saber qué podrían hacer con la salud de los venezolanos. Los no-docentes van a ejercer la docencia sin serlo, condición que los limita a recibir un salario inferior al docente. Vale preguntarse quiénes son estos no-docentes que ocupan los puestos de los maestros. Quién les da el calificativo de no-docentes y lo más importante, quién les abre la oportunidad de ocupar esa posición. ¿Será quizás porque abaratan el gasto público en educación?

El segundo tema vinculado es la formulación y puesta en práctica del peor programa social de todos los tiempos: “La Chamba Juvenil”, un compendio de contenidos ideológicos, exhortaciones políticas contrarias a los verdaderos objetivos educativos, concebidos como la formación de individuos libres y responsables capaces de decidir el horizonte de sus vidas. El régimen ha convertido “La Chamba Juvenil” en el proveedor de los grupos de no-docentes sustitutos de los maestros, un programa del régimen ideado para que los jóvenes, paradójicamente, crean que educarse no es su prioridad y que pueden gastar su tiempo sin aprender, alejados de la posibilidad de capacitarse, de calificarse como el auténtico aval para su incorporación como sujetos económicos activos. Los chambistas, en su gran mayoría, serán sustitutos de los maestros, ejercerán como docentes ante niños y adolescentes, sin formación pedagógica, ocuparán el lugar de los maestros salidos de las escuelas normales y los institutos pedagógicos, instituciones cuya misión era formar nuestros anteriores educadores.

Sin ningún rubor el régimen define quién es el chambista, aquel cuyo objetivo es contribuir a sembrar los valores derivados de la ideología socialista, comprometidos en la implantación de un sistema autoritario. Su misión es desplazar la posición de los verdaderos maestros.

Se trata de implantar una institucionalidad contraria y distinta a la consideración de la adolescencia y juventud como sujetos activos del proceso educativo, espacio donde se avanza en la adquisición de conocimientos y sobre todo del fortalecimiento ético que respalde la posterior conversión de nuestros jóvenes en sujetos activos en la vida económica del país.

La finalidad es otra, anular la importancia del proceso educativo, de la formación para ingresar como miembro de una sociedad en el plano económico, familiar y social. Ante el falso dilema de incorporar los adolescentes al proceso de formación y educación o al proceso de trabajo, la Chamba Juvenil opta por enviar a nuestros jóvenes ―en situación de pobreza― a participar en trabajos, de escasa remuneración, desligados de cualquier objetivo educativo. Los confinan en ambientes de trabajo que los aparta del aula y la educación, robando su tiempo de aprender al cambiar por salarios miserables, ofreciendo la falsa oportunidad de sustituir a los maestros bajo el disfraz de no-docentes. Sabemos hoy que 70% de los docentes ha tenido que abandonar las aulas por estas políticas laborales. Como señala la maestra Elsa Castillo: Cuando un maestro se acerca a un plantel a solicitar trabajo le dicen que el staff está completo porque lo han llenado con Chamba Juvenil.

Seguiremos los venezolanos siendo testigos pasivos de la guerra sin cuartel contra los maestros y sus luchas, no solo por sus salarios sino sobre todo por el futuro de las nuevas generaciones. Corresponde revalorizar el papel del maestro en nuestra sociedad en el plano material y en la dimensión espiritual, un maestro como guía, no solo de conocimientos científicos sino de comprensión de la dimensión ética como privilegio del ser humano.

Mientras, hagamos nuestras las siguientes proposiciones derivadas de aquellas sociedades donde ser maestro es la posición más respetada:

*La calidad de un sistema educativo nunca estará por encima de la calidad de sus docentes.

*El nivel educativo de un país depende de la formación, motivación y aprendizaje permanente de sus maestros.

*Una sociedad que no respeta, no tiene consideración y no ama a sus maestros, es una sociedad sin futuro. Las sociedades que más aman a sus maestros son las que más han crecido”.

*Se le considera una de las profesiones más nobles, así que a los maestros se les saluda o despide con una reverencia, señal de respeto entre los japoneses.

 

Traducción »

Sobre María Corina Machado