Víctor M. Carrera: Asesinan a la universidad que conocemos

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Creo que algunas de las muertes más horribles que ser alguno pueda experimentar, son las causadas por ahogamiento o por asfixia. Han de ser maneras de morir espantosas, porque uno está consciente del momento y con mucha angustia ve la vida desvanecerse.

Y es que así está viendo y sintiendo su muerte la Universidad venezolana. Observa paralizada como poco a poco se le apagan sus órganos vitales producto de una asfixia sádica a la que está siendo sometida.

Observa con impotencia y con un dolor desgarrante como su cuerpo, ya inmóvil, es mutilado por la delincuencia carroñera  y repulsiva, que viéndola morir,  sólo se acerca para violarla y ultrajarla.

Siente en carne viva como le arrancan y desprenden de sus entrañas a sus hijos aún por nacer; los estudiantes que parten al exilio, o murieron  en las calles luchando por su libertad.

Sufre con angustia la pérdida de su conciencia, la que está representada por todos aquellos profesores que nos quedamos, hasta el último momento, batallando contra el asesino. Tratando en ese forcejeo de lograr  partos prematuros.

Es que ésta  estocada del vil asesino fue la más enferma y despiadada,  porque se la ha disfrutado segundo a segundo. Llevando primero a los profesores al punto de la indigencia, dejándonos sin salud, sin reservas, en una total desvalía  y completamente  fragmentados.

Ya con la soga arrancándole la piel a la moribunda institución, éste brutal atacante primero tirará de los que ya no están en el país, también de los jubilados,  luego desestimará cualquier autoridad porque a su criterio no serán necesarias, pues habrá dado fin a la estructura de mando convirtiéndose él cómo único patrón de una institución que desprecia y que tiene como firme propósito destruir.

Siento una gran tristeza por todos los que entregamos  nuestra vida y pasión a la Universidad. Quiénes le dedicamos nuestros mejores años de vida, tanto activos cómo jubilados, porque con éste último apretón del nudo, el asesino sólo busca desvanecer las nóminas.

Y así, y a manera de conclusión, pienso que se están dando los últimos pasos  hacia el aniquilamiento del alma de quien fue la madre del progreso, la cultura y del saber de este gran país.

Solo me queda la esperanza de que cómo espíritu puro, la Universidad renacerá, no sé si hoy o mañana. O puede que, como energía viva que es, se convierta en la chispa necesaria para hacer andar ese motor de libertad que está apagado en cada corazón venezolano.

Un fuerte abrazo.

Profesor de la Facultad de Ingeniería UC – ingenieria.sinmco@gmail.com

 

Traducción »

Sobre María Corina Machado