Earle Herrera: El interino pide la hora

 

El magullado autoproclamado está pidiendo la hora. Es lo que hacen los equipos de fútbol cuando son goleados sin clemencia: rogar al árbitro el pitazo piadoso que pare la masacre. En el béisbol infantil existe el nocaut salvador, para evitar humillaciones a los chiquillos. Pero el interino ya es un tarajallo. En boxeo hay tres opciones cuando el mundo se te viene encima: el dulce sonar de la campana, quedarte sentado en tu taburete y no salir de allí o la toalla lanzada por tu manager. Un anhelante Guaidó no deja de mirar para su esquina.

La derecha antichavista nació enmantillada pero inmunodeficiente. Políticamente, digo. En sus inicios, su juventud pidió el escenario de la Asamblea Nacional y le fue cedido. Exigió que la pusieran en cadena de radio y TV y también le fue concedido. Impensable algo así en la represiva cuarta. Y en la tercera y en la primera. Mejor dicho, impensable en toda la bolita del mundo. A su líder juvenil –Goico- el imperio le regaló 500 mil dólares en el disfraz de un premio. La Usaid le subvencionó cuanta mampara inventó con el nombre de ONG y Estados Unidos le pagó y fraguó un golpe de Estado y todas las guarimbas. Nada. Le siguieron haciendo el trabajo, ahora con la incorporación de la Unión Europea. Le montaron el Caballo de Troya de la “ayuda humanitaria”, los drones del magnicidio y la operación Gedeón. Nada. Le entregaron el oro de Londres, Citgo, Monómeros y hasta le reconocieron un “presidente” autoproclamado.

Con todo, usted no lo va creer, esa derecha está en el piso. Borges, el canciller de Guaidó, le pide cuentas a su jefe. López, el Frankestein de Guaidó, dice que la popularidad de la criatura está en picada. En El Arepazo de Miami escupen cosas impublicables. El New York Times, el Washington Post, El País y demás medios que lo encumbraron, le están sacando la escalera. El pugilista está grogui pero sus chupadores no tiran la toalla ni el nuevo árbitro –Biden- detiene el combate. Es una carajamentazón endógena. Algunos dicen que la bolsa vale la pena. Hace rato, desde el 5 de enero, el reloj dio la hora, pero la derecha no la oyó. O se hizo. Bajar del ring es lo sensato, aunque tampoco es halagüeño. Abajo, en ring side, espera Iris Varela, con un par de esposas de acero inoxidable. De paquete.

 

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