Hemos entrado en la III década del siglo XXI. Es necesario que las tendencias que mueven la geopolítica mundial afecten positivamente a Venezuela, lo que le da relevancia a la integración de la política interior y exterior.
Después de varios años en Venezuela se ha conformado un liderazgo aceptado por nuestro pueblo, donde se distingue Nicolás Maduro, quien nos enseña sobre los rasgos específicos de la coyuntura nacional-mundial y ha sabido conformar un órgano colectivo donde destacan Diosdado Cabello y nombres como Delcy y Jorge Rodríguez.
Es un mundo donde el multilateralismo libra una dura batalla, que frecuentemente, sobre todo el EEUU de Trump, trata de desbordar con un giro hacia la extrema derecha. La Unión Europea ocupa un relevante papel. Dentro de ella emergen corrientes fascistas encabezadas por Hungría y una corriente clerical católica y/o protestante, según el caso, que intenta convertir la biblia en el libro base de la educación difundiendo conductas y políticas neofascistas encubiertas por la religión.
Ahora, el desarrollo tecnológico chino está a punto de superar al de los Estados Unidos. Según el Banco Mundial, en términos de poder adquisitivo, China superó a los Estados Unidos. El año pasado, China, conjuntamente con Rusia, la India, Turquía, Irán, van conformando un grupo de países, entre los cuales puedo contar a Venezuela, que van constituyendo un polo de poder, fundado en la afirmación de la soberanía, la independencia, el multilateralismo, que creo está abriendo un camino diferente para la humanidad con posibilidad de superar las guerras internacionales y garantizar una paz, inestable siempre, pero con posibilidades de ser duradera.
Hay que observar los pasos que está dando Joe Biden, el presidente electo de Estados Unidos. Hasta ahora el gabinete que viene conformando no parece estar orientado hacia la paz sino hacia el hegemonismo, lo que significa violencia. Si la derecha estadounidense se asocia con la derecha neofascista europea, vendrán tiempos supremamente difíciles.
Confío en que el liderazgo de Maduro será de diálogo y negociación para que se afirme la paz, garantizando que el camino socialista, comunal y solidario sea el camino. Es clave que las victorias materiales se acompañen con triunfos espirituales que garanticen una vida plena.