Michel Quintana: Origen del cañonazo, y de nuestro abrazo de fin de año

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Cañonazos y abrazos de fin de año en la Plaza Bolívar de Caracas 1823

(Dedicado a todos aquellos que se encuentran en otras latitudes). “Venezuela siempre será de ustedes y ustedes siempre serán de ella”.

Lo bonito del ser venezolano es que podemos presumir de ciertas tradiciones y eventos que solamente se realizan en nuestra hermosa tierra. Si le comentáramos a un extranjero acerca de que ya se aproxima el Cañonazo, este de seguro se imaginaria mil cosas menos que se tratase del fin del año. Todo esto forma parte de nuestra idiosincrasia y venezolanidad.

Hoy les traigo el origen de esta tradición que con el paso del tiempo se ha perdido.

Era raro el caraqueño que no se fuera a la Plaza Bolívar a recibir “el cañonazo”, y es que era una tradición acercarse a esta icónica plaza a recibir el año nuevo. Desde el Cuartel de San Carlos se instaló un negro, viejo y gigante cañón de épocas remotas que infundía respeto. Ni hablar del cañón de la Planicie, cañón que todo el mundo conocía y mucho de los apodaban “la cochina”, “la verraca” o “la casaca”.

Desde 1910 se instaló en la Planicie la Escuela Militar y ahí fueron sembrados par de cañones quienes eran los protagonistas del tradicional abrazo de fin de año, aunque no fueron colocados ahí para eso sino para las salvas de ordenanzas.

Así desde 1910, hasta los Presidentes y sus familiares se aglomeraban junto con personas comunes sin mayor dificultad en los alrededores de la Plaza Bolívar para escuchar el estruendoso cañonazo y despedir la noche vieja dándole la bienvenida al año nuevo.

Y así de esta forma comenzaba a crearse una tradicional manera de darle inicio a un año, formando la frase “La hora del cañonazo” que tomo más fuerza con las diversas canciones y aguinaldos atribuidos a la misma.

¡Haciendo eco a los coros de ciento de aguinaldos tradicionales y canciones que recuerdan lo apoteósico que fue éste evento para los caraqueños de esa época!

El estruendo de la explosión simultánea de miles de cohetes y luces de bengalas, escuchar el himno nacional de Venezuela a todo volumen en las radioemisoras de todo país el 31 de diciembre a las Doce de La Nochevieja en Punto mientras se te eriza la piel, sólo es cosa de los venezolanos.

Comerse las 12 uvas, colocarse la prenda de vestir amarilla para la buena suerte, caminar por toda la casa o calle de dónde vives arrastrando una maleta a ver si el año es próspero y viajas más, el famoso dólar en la cartera y el bendito abrazo entre familiares, vecinos y amigos… Abrazo que tiene sus orígenes en Francia e imitado por nosotros ya que ellos pensaban que cada primer día de año nuevo todos los que han tenido relación debían buscarse, abrazarse y darse el saludo de la paz, dando por terminada cualquier diferencia que hayan tenido durante el anterior año.

Lastimosamente esto se ha ido quedando en el pasado y aunque aún algunos nos abrazamos al llegar las 12 del fin de año, muchos son los que no se atreven a salir a una plaza y recibirlo como era costumbre, los cañones que hoy se escuchan son otros y la mitad de nuestros familiares se encuentran lejos. Que no se nos olvide lo que somos, de donde vinimos y de que estamos hechos.

“Somos historia, estamos hechos de historia”

Fuente: Caracas siempre Caracas, Retrospectiva y Así Es Nuestra Navidad.

 

Traducción »

Sobre María Corina Machado