Arturo Molina: ¿Salarios o limosnas?

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Estupor en los funcionarios de la administración pública nacional causó el anuncio de Nicolás Maduro de pagar un mes adelantado de aguinaldos. Con expresiones rimbombantes decretó el inicio de la navidad. Parecía exhausto por tal primicia. Tal vez tarde en aterrizar de la nube en que se encuentra. Demuestra cinismo y arrogancia para burlarse de los asalariados. Interesados han estado siempre en arrodillar a los trabajadores, y una vía es disminuyendo su ingreso e incrementando el egreso, así van empujando hacía la dependencia gubernamental y con ello a la sumisión. No es nueva la película, pero su egocentrismo causa impotencia y alberga rabia en los ciudadanos.

Los tres plátanos y la panela que pudieron adquirir los empleados de la administración pública nacional con ese mes de aguinaldo, trae a la memoria los tiempos en que ese beneficio era esperado con entusiasmo hace ya 21 años atrás. Las familias organizaban la compra de los ingredientes para las hallacas (no pedían que se los regalaran), la adquisición de ropa (estrenos), los regalos para el intercambio entre los miembros de la familia, quienes se reunían el 24 de diciembre para celebrar el nacimiento del niño Dios con sonrisa en su cara porque era el día de la reconciliación y la unión entre seres queridos, el perdón y el te quiero se fusionaban en uno solo. El familiar que se encontraba a distancia, regresaba a su reencuentro, todos los esperaban con entusiasmo, uno a uno se incorporaban y se confundían entre sí. Se presupuestaba de inmediato los gastos del día 31 de ese mes, para dar despedida al año en curso y bienvenida al naciente. Abrazo esperado haciendo cola para ir a recibir el calor y alegría de la madre, padre, hermanos y amigos. Alcanzaba incluso ese  beneficio para estrenar vehículo de agencia. Hoy existe melancolía y tristeza. Las casa están vacías, las familias divididas, distanciadas, y el hambre reina.

Los representantes de los trabajadores, quienes no gozan del aprecio del régimen, vienen exigiendo incrementos salariales por el orden de los 600 dólares mensuales, eso causa risa en el oficialismo. La actitud del desprecio se hace presente en los revolucionarios siglo XXI, y lo demuestran sin vergüenza. Las gobernaciones y Alcaldías no reciben los presupuestos que por Ley les corresponde, y los funcionarios se ven maltratados por tales circunstancias. Al cobrar los aguinaldos, alcanzará para un plátano y media panela, porque la hiperinflación no para y el régimen la estimula para conseguir el empobrecimiento social. La alegría de ayer es recordada con lágrimas en tiempos de la revolución bolivariana.

El régimen trata a los ciudadanos como objetos, serviles a sus intereses, los desestimula y busca quebrar la resistencia ofreciendo migajas. Esa es su esencia y razón de existir. Su sistema político es la creación de hambre y pobreza, combinada con terror y odio. Entiende el oficialismo que la celebración familiar en el mes de diciembre debe desaparecer, y con ello las reivindicaciones salariales, para implementar legalmente las dadivas y las limosnas. En consecuencia los ciudadanos deben preguntarse que debe existir como pago para los trabajadores ¿salario o limosnas?

jarturomolina@gmail.com – @jarturoms1 – www.jarturomolina.blogspot.com

 

 

Traducción »

Sobre María Corina Machado