Silbando en la oscuridad. He allí una situación que uno comienza a observar en los jerarcas del régimen, si es que se detiene a mirar uno de esos programas, que ellos tienen por la red de medios televisivos; que, a esta altura, responde única y exclusivamente a la línea oficial; tomando en cuenta la hegemonía comunicacional que ejerce dicho régimen hoy en día sobre la opinión pública venezolana, especialmente, Diosdado Cabello, y quien prácticamente se encadena en esa red, cuando le viene en gana, y lo que despide de allí es puro veneno.
En esos espacios televisivos no hay paz con la miseria; una situación que viene desde la época de Chávez, y quien no tenía ningún respeto por la dignidad humana; puesto que este era un señor que sometía al escarnio público a todo aquél que se permitía hacerle algún tipo de crítica o, mejor dicho, que no se mostraba dispuesto a masajearle su ego, y las primeras víctimas de estas situaciones éramos los periodistas.
Esto lo digo: porque el otro día Diosdado Cabello se burlaba de un mensaje, que había puesto en el twitter una conocida periodista valenciana; lo que significa que se rebajaba al nivel de una persona, que no estaba a la altura de su investidura, y que no tenía posibilidades de valerse del derecho a réplica; de modo que se trataba de un atropello comunicacional; tomando en cuenta, por lo demás, que allí no había nada ofensivo, ni mi colega atentaba contra el pudor público con sus palabras; una simple queja; sólo que el tercio se aprovechaba de la circunstancia, para execrar a alguien que no comulga con un régimen que, precisamente, no se caracteriza por su eficacia en términos de gestión ejecutiva, y que es donde se pone de manifiesto que dicha investidura le queda grande a este señor.
Que es andarse por las ramas; pues de lo que se trata en este instante es que tiene frente a sí una situación, a la que le tiene que dar una respuesta: pues por su cabeza están ofreciendo diez millones de dólares, que bien valdría la pena mover cielo y tierra por ponerse cualquiera en ellos, si está dentro de sus posibilidades, y aquí entra desde un comando, como aquel que precisó el lugar, donde se encontraba el famoso Osama Bin Laden, y que para evitar posibles santuarios postmortem; una vez que lo asesinó, lanzó su cadáver al mar, hasta el ejército que acabó con los regímenes tiránicos de Saddam Hussein y Muhammad Gadafi.
A toda esta gente se le venció la hora, dicho en los términos en los que habla la justicia estadounidense; que, en efecto, responde en estos casos a la voluntad del presidente de EEUU, sólo que se trata de una voluntad que no actúa por capricho, sino que se basa en procesos contenciosos; donde se requieren pruebas y convicciones, y aquí entra eso que se conoce como el derecho de gente, y que cobra un gran valor a partir de situaciones de guerra; de modo que son casos, donde uno ha visto que a todos estos personajes, una vez llegada a esta hora, se le ha dado un plazo, para que se atenga a las circunstancias, y salve su pellejo, y que fue, precisamente, lo que no observaron ni un Hussein ni un Gadafi e, incluso para no ir tan lejos, un Manuel Noriega; como sí, por ejemplo, un Idi Amín Dada, quien murió recientemente en un exilio dorado en Arabia Saudita.
De hecho, la última proposición que le ha formulado el gobierno de EEUU al combo venezolano, es decir, a los cinco sujetos, por cuyas cabezas la justicia estadounidense está ofreciendo la suma total de 55 millones de dólares, todavía le da derecho al pataleo, dicho en términos coloquiales, si se tiene presente que comprende la formación de un gobierno de unidad nacional, compuesto por dos representantes suyos y dos representantes de la oposición; para que los cuatro, una vez escogidos, designen a un quinto representante, que sería el que asumiría la presidencia encargada, hasta la realización de unas elecciones libres en el plazo de unos ocho meses, para que se vea que se actúa en la presente coyuntura lo más humanitario posible; tanto así que se trata de un esquema, digamos así, que no ha dejado de ser criticado en la opinión pública; puesto que integrar un gobierno con dos sujetos, que se identifican con unos gobernantes, que han sido juzgados y condenados por el delito de narcotráfico y terrorismo, viene a resultar un absurdo.
Así tenemos la flota de la armada estadounidense en estos momentos frente a nuestras costas; dispuesta a llevar a cabo lo que se conoce en términos militares como una operación quirúrgica al estilo, justo, de la que vimos en el caso de Manuel Noriega en Panamá en 1989; una acción que fue postergada una y otra vez, mientras el venezolano se exasperaba; partiendo, por lo demás, del hecho de que estamos ante un país que hoy en día está intervenido por los oscuros intereses, tanto del narcotráfico, como del terrorismo; propiciando en el seno de nuestra sociedad una situación tan caótica, que clama por una asistencia humanitaria en todos los sentidos, y donde la gente no sólo muere por falta de medicinas, sino también por desnutrición, con vistas a generarse un escenario de hambruna generalizada; tomando en cuenta la indolencia, con la que gobierna esta gente, y la que prefiere silbar ante este orden de cosas, a los fines de espantar a los fantasmas.
Ahora, lo que no se entiende todavía es el por qué, además de silbar, Maduro y su combo, acordonan el litoral central con tropas pertenecientes a la llamada milicia, donde uno observa viejitos de más de setenta años, gente con muletas; mujeres que, con independencia de su género, no están aptas para enfrentarse a ejércitos que, a la hora actual, actúan con drones y robots; si es que acaso lo hacen por provocar conmiseración o por majadería; lo cierto es que a esta altura son objeto de burla en nuestras redes sociales, por el papel indecoroso que los ponen a representar.
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